Según la Real Academia Galega la palabra PARROCHA tiene dos acepciones:
1) Sardina pequeña
2) Vulva
Por más que lo intento no logro establecer ninguna relación entre el pescado y la vulva. Pongo en ellos mis cinco sentidos y nada.
23 de enero de 2014
La familia que me toca “localizar” para el programa reside en A Parrocha (Bembrive).
Conduzco el coche de la productora un poco a ciegas, dejándome guiar por mi instinto. Sé que estoy cerca, pero no encuentro el lugar exacto. Una señora espera a que su hija saque el coche del garaje, son los únicos humanos que he visto en un buen rato, así que me detengo a su altura; bajo la ventanilla y de mi boca brota una pregunta que nunca pensé que le formularía a ninguna señora desconocida:
─¡Perdón!─ elevo el tono para que me escuche bien─ ¿Sabe usted dónde está A Parrocha?
Vale lo he dicho. Joder que mal suena.
─¿Cómo dice?
Me cago en tu puta madre, no me hagas repetirlo. Suspiro y grito un poco más.
─¡Que si sabe usted dónde está A Parrocha!
─¿A Parrocha?
Trago saliva.
La mujer me mira a través de sus gafas oscuras y por un momento tengo miedo de que A Parrocha no exista. ¿Y si todo esto es una novatada del equipo y esta mujer me cruza la cara por preguntarle si sabe dónde tiene la vulva? Justo cuando creo que me va a calzar una hostia, la amable lugareña suelta:
─ ¡Uy, pero así vas mal! Tienes que dar la vuelta, volver por dónde viniste y seguir recto. Pasas por debajo de un puente, y después de un túnel; sales a la derecha y “todo recto parriba”. Por allí preguntas.
Asiento con la cabeza y le digo que sí para no hacerla sentir mal, pero para mí es como si me estuviese hablando una cabra. No entiendo nada. Si un miembro de la Real Academia de la Lengua me diese las indicaciones perfectas me perdería, así que con las de estas señora estoy seriamente jodido.
─¿Entendes?─ me pregunta mi nueva amiga.
─ Más o menos─ le miento.
─A ver rapaz, que é moi fácil.
─Das la vuelta y sales a la derecha─ la mujer señala a la izquierda lo que hace que me líe más─ Pasas por debajo de un túnel y por encima de un puente. ¿Joder, no era al revés? Fas a rotonda y “todo recto pabajo”. Por allí preguntas.
Esta segunda indicación me deja absolutamente desconcertado al ser exactamente lo contrario que la primera.
─ O sea que doy la vuelta y primero a la derecha y después del túnel todo recto ¿no?.
Lo digo así… a voleo pero con seguridad.
─¡Eso es!─ me dice ella orgullosa.
Vale. Estoy peor que antes. Le doy las gracias y cuando me dispongo a dar la vuelta, la hija sale de garaje e intercambia unas frases con su madre. El ruido del motor no me deja discernir nada más allá de “Parrocha”, “por ahí no” y “es más fácil”.
La hija trota hacia mi posición como un Miura y mi instinto de supervivencia hace que me entren ganas de subir la ventana, pero no lo hago.
─ ¡No le hagas caso!─ me explica─ No des la vuelta.
Joder, lo único que había entendido de la otra explicación y me lo echa abajo.
─Sigue por la autovía y verás un puente.
─¿Se refiere a un túnel?
─Sí eso, un puente.
La madre entra en escena y le increpa.
─¿No ves que por ahí es más complicado?
Las mujeres se enzarzan en una batalla interminable para ver cuál es el mejor camino para llegar A Parrocha.
─Bueno─ susurro sin ánimo de interrumpir la discusión que va subiendo de tono por momentos─ Yo ya me voy. Muchas gracias.
Meto la marcha atrás y me deslizo como una gacela, en silencio. Solo quiero escapar. Mientras la hija gesticula sobre las direcciones correctas que llevan al sagrado lugar, su madre me sonríe muy tranquila y me dice:
─Tú no te líes.
Me escarallo de risa y tengo la certeza de que estas cosas solo ocurren en Galicia.
Al final hago lo que me dice la hija y noto que casi estoy en A Parrocha, pero no acabo de encontrar el punto exacto. Paro al lado de un restaurante con cierto movimiento. Una chica joven saca la basura, así que aprovecho y toco el claxon; ella se acerca. Vuelvo a tragar saliva y decido simplificar el mensaje:
─¿A Parrocha?
Empiezo a odiar esa palabra.
La respuesta que me dio la chavala, se me quedará grabada para siempre .
─ La Parrocha, lo que es la Parrocha es ya todo esto.
─ ¡Ah vale…muchas gracias!
Poco después llego a mi destino y constato lo que me temía:
La Parrocha está en el quinto carallo.
Unas horas más tarde vuelvo a la redacción; cuento la historia y mi compañera asegura que en una ocasión estuvo en una calle, con un nombre más inquietante si cabe: Calle Cona Estreita.
Gracias a Dios que estos lugares no están uno al lado del otro. Guerra asegurada. Habría peleas, partidos de fútbol entre os da Parrocha e os de Cona Estreita.
Un conflicto en toda regla.
¡Salud hermanos!