de César Pérez Gellida.
Título: A grandes malesAutor: César Pérez GellidaEditorial: Suma de Letras, 2017Páginas: 688.
SINOPSIS.
Erika Lopategui y Ólafur Olafsson han llegado a Buenos Aires siguiendo el rastro de la única persona que puede ayudarlos a destapar la organización criminal que se esconde tras la Congregación de los Hombres Puros. Encontrar el Cartapacio de Minos, un misterioso documento que contiene la identidad de los integrantes de la cúpula de esta organización, es su única meta.
Pero no solo ellos lo buscan... Pronto descubrirán que una cara conocida está más cerca de lo que a ellos les gustaría.
A grandes males es un thriller donde la realidad y la ficción se confunden para sumergir al lector en una trama cargada de incógnitas cuyas respuestas se encuentran entre los muros del edificio Barolo, un rascacielos levantado para albergar las cenizas de Dante Alighieri.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Lo que más temo de César Pérez Gellida es que alguna vez lea algo suyo y no consiga pegarme el culo al sofá (y conste que soy culo de mal asiento) pero... esta no ha sido la ocasión. Mi Sancho, mi Erika, mi Ólafur y hasta los que no son tan míos porque no sintonizo el mismo canal ideológico, no me han decepcionado ni un solo momento mientras he ido de su mano en esta nueva entrega de la Trilogía de Refranes, canciones y rastros de sangre y es una pena que Trilogía sean solo tres, porque yo seguiría de su mano muchos libros más. Pero, en fin, César manda, y aún me queda Konets y Todo lo mejor en la estantería para irme quitando el gusanillo.
Comencé a leer esta nueva entrega sin tenerlas todas conmigo. Lo cierto es que cada vez que veo alguna novela en la que Dante Aliguieri y su Divina Comedia aparece como parte de la trama central, a mi, personalmente, me tiemblan las "canillas" porque siempre me suelo perder entre explicaciones de elementos y círculos que van llevando de uno a otro y una simbología numérica que, aunque alucinante y creativa, a mi me cuesta trabajo entender. Por eso comencé esta novela con paso lento pero firme intentando fijarme en los detalles y que no se me escapara ni uno por miedo a llegar al final y no enterarme ni relacionar el desenlace con todo lo anterior. Vano esfuerzo porque no me lo puede haber puesto más fácil el autor. A base de unos diálogos amenos (y hasta divertidos, muchas veces) y magistrales, los personajes , sobre todo, Buja y Telmo, consiguen desentrañar esa maraña de datos plasmada por el autor italiano de tal forma que no me he perdido en ninguna ocasión, además de presentarme a dos personajes que me han encantado de principio a fin. Peculiares como ellos solos y con un carácter que engancha desde el momento en que te topas con ellos.
A gran parte del resto de personajes ya los conocemos de las anteriores novelas de César y ya declaré en su día que más que Gellidista, yo era Sanchista (¡a joderse César!) y Sancho, aunque con un toque diferente después de tantos acontecimientos anteriores, me sigue encandilando junto a Erika y Ólafur, todos mucho más maduros y responsables a la hora de actuar. Algunas veces tengo la sensación de que los conozco personalmente de tan cercanos como nos los hace sentir el autor. No es que los acompañemos durante el desarrollo de la trama, es que forman parte de nosotros y reímos con ellos y también... sufrimos cuando los "tocan".
La trama es alucinante, llena de giros y sorpresas a cada paso para rematar en un final que te deja "patitiesa" por inesperado pero lleno de toda lógica. Y está vez con un ritmo de thriller que no te deja respiro a pesar de que el trasfondo de la novela es muy negro. Supongo que si alguien se fija un poco y se para a pensar en lo que ocurre a nuestro alrededor verá mucho de lo que sucede en la novela: un grupo de personas poderosas (dinero, influencia, colocados en organizaciones estratégicas, etc) que si, siglos atrás se unieron por un fin encomiable, con el paso del tiempo y una vez que manejan casi todos los hilos de la madeja del poder, manipulan y ponen el mundo patas arriba cada vez que quieren aún más poder y más y mejores recursos para ellos mismos: crisis sanitarias, crisis económicas, guerras, etc. En esto se ha ido convirtiendo la Congregación de los Hombres Puros, unos hombres cuya pureza se quedó en el camino años atrás y que han hecho de la manipulación del mundo su única razón de ser.
Y cómo no nombrar a otro personaje de la novela: Buenos Aires y su Palacio Barolo, y ¿por qué no?, ese castellano argentino lleno de expresiones propias y un acento que se deja sentir en los diálogos de los personajes del lugar como si los estuvieras escuchando más que leyendo.
No digo más porque lo que hay que hacer con este libro y con la Trilogía al completo es leerla y sorprenderse con ella y, sobre todo, disfrutarla de principio a fin con toda una historia de ficción perfectamente hilvanada y rematada, mezclada con múltiples hechos históricos que acontecieron en la realidad y que, a mi personalmente, me han dejado un poso que aún perdura desde que terminé de leerla.