Históricamente, Grecia ha supuesto un enclave estratégico y numerosos pueblos han querido dominarla, infructuosamente.
Y no son cualesquiera los nombres y personas que lo intentaron y fracasaron: Darío el Grande, Jerjes, Lisandro…
Pero una y otra vez, el pueblo griego se creció a las adversidades y venció a sus enemigos, aprovechando los escasos cuellos de botella que tenía a su alcance. Venció al poderosísimo ejército persa, venció a sus amigos los espartanos (que se le volvieron en contra, pese a haberles apoyado contra los persas anteriormente) y se venció a sí mismo.
Hoy en día, muchos siglos después de los grandes héroes griegos que mantuvieron Grecia a flote (Aquiles, Alejandro Magno…), Grecia se encuentra al borde del colapso, sitiada por los países Europeos.
Pero Grecia tiene a Europa donde quiere, justo en el cuello de la botella.
Sabe que pueden echarle del euro, provocarle una quiebra, tan sólo con cerrarle el grifo de la financiación. Pero también sabe que puede encontrar un aliado muy fuerte en Rusia.
¿Y si Rusia decidiera asumir la deuda de Grecia con Europa? Grecia pasaría a un segundo plano y Rusia podría tener la ventaja del cuello de botella: el gas. Podría forzar una quita de la deuda, bloqueando el suministro de gas para Europa…
Incluso Grecia podría encontrar otro gran aliado: China. Con Grecia fuera del euro, ¿qué tal un socio comercial que es un gigante mundial?
Gran dilema para Europa.
En definitiva, está a punto de ocurrir una nueva y cruenta batalla de las Termópilas. Pero cuidado.
Rusia puede ser un gran aliado ahora. Pero también lo fue Esparta, hasta que se volvió en su contra.
A Grecia le va la guerra. La historia les respalda.