Revista Psicología

A head full of thoughts

Por Rms @roxymusic8
(Image source: pinterest.com)

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Sí, quizás me he dejado influenciar por el próximo álbum de Coldplay, pero este tema lo llevo pensando desde hace unos meses. Me refiero a tener la cabeza llena de pensamientos, de vida, de experiencias, de emociones, de sueños, que sientes debes sacar y darlos a conocer. Es inevitable y casi imposible retenerlos en el corazón o en la mente. Al final uno acaba soltándolo a un amigo, a su mascota, lo escribe en Twitter, lo deja grabado en YouTube, lo manda por correo, lo plasma en Facebook o se pone a redactar una entrada en su blog. De cualquier forma, pero hay una necesidad imperiosa por comunicar, por expresar, por transmitir eso que se ha vivido en primera persona u otros han vivido y a ti te ha impactado.

Muchas veces no se sabe cómo dejar escrito una experiencia o algo que has visto porque no se encuentran las palabras o, simplemente, no se puede encerrar en palabras una cosa tan viva, tan auténtica, tan real. Hay que vivirlo. Aunque nos han dicho que de alguna manera las palabras pueden salvar ese salto del mundo interior (vivencia personal) al mundo exterior. Y me admira las personas que consiguen hacernos vibrar y revivir la experiencia que ellas han tenido.

Queremos, en otras ocasiones, dejar escrito con nuestras palabras y a nuestro modo aunque otros no lo entiendan, sólo para recordar esa vivencia porque lo necesitamos transmitir y compartir. Y esto se da así por tener vida en uno mismo, por estar lleno de ilusión por conocer, y por relacionarse con las personas y con todo lo que envuelve la vida. Es imposible que la realidad no nos provoque a quienes vivimos así, y por esto mismo tenemos la necesidad de expresarlo, torpe o bellamente. Pero sacarlo, no porque no podamos más, no porque no quepan más cosas, no porque nos agobie sino porque es bonito conocer cómo alguien percibe y vive la vida y su realidad; es necesario expresarse para ser y estar; es bueno compartir lo que preocupa, lo que emociona, lo que se piensa.

Creo que esto es lo que nos hace humanos. Podemos programar máquinas para que actúen como humanos, pero serían unos cuantos sistemas que se repetirían en bucle; mientras que las personas actuamos sin ser automáticos, metiéndonos de lleno en la vida con todas las de la ley: lidiando con emociones, voluntades, tentaciones y demás menesteres de la vida que no están para nada programadas pues la vida es muy rica y una gran cosa que no puede caber en unos cuantos algoritmos. Lo que nos hace humanos es vivir la vida a través de nuestras personas, es decir, siendo nosotros poniendo de manifiesto nuestros pensamientos, emociones, voluntades, ilusiones… Cuanto más compartimos, más vivos estamos. Cuanto más transmitimos, más llenos de vida estamos. Cuanto más expresamos, más en relación estamos con la vida y las personas.

Vuelvo al campo tecnológico porque escribo esto interpelada por el crecimiento de usuarios en redes sociales como Twitter y Facebook, y de blogueros en todo el mundo. No puedo evitar pensar en los mensajes anuales de la Jornada Mundial de las Comunicaciones y en mi actual incursión en el mundo de la misión. Leo y veo cosas que muchas veces desearía no haber leído o visto. Y no es porque no sean buenas noticias sino porque precisamente no son ni noticia. Carecen de información interesante y ni son noticias que nos formen. Entonces me pregunto, ¿por qué escribo? ¿Para qué o quién escribo? ¿Qué me mueve a escribir? La vida caminada por la senda correcta brilla, si eso es así, todos los perfiles sociales brillan. Y aportan, interpelan, mueven a tomar una decisión o a actuar. Pero hay al mismo tiempo tanta tontería por las redes… Es una pena pero es una realidad: muestran cómo están esas personas aunque muchas veces se dé a conocer la cara opuesta.

El mensaje por las Comunicaciones y el campo de la misión van más allá: Salir de uno mismo. Se nota en esa exigencia por salir de la uniformidad y darse a conocer por cómo es uno y dar su persona completamente. Se percibe porque detrás de cada persona se conoce quién es, no sólo por su nombre y apellidos, sino por lo que ese nombre contiene: una persona con tales principios y forma de actuar. Se está y se nota. Tanto en las redes sociales como en la vida tienes que estar, tienes que vivir. Pregúntate si tu vida habla de Amor, de Belleza, de Bien… Si refleja todo aquello se transmite por ósmosis en tus redes sociales y en todos aquellos que sigan tu pista y se relacionen contigo. La vida tanto real como virtual pide compromiso, el mundo necesita personas íntegras y con identidad, y tú mismo anhelas desvivirte a través de todo aquello.


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