Revista Videojuegos

A jugar a la calle

Publicado el 08 julio 2013 por Deusexmachina @DeusMachinaEx

Uno se va haciendo viejo y sin embargo sigue jugando a videojuegos. Hemos crecido con ellos y son algo natural en nuestro tiempo de ocio. Mi padre me mira raro y me dice que no voy a crecer nunca. Yo le contesto que ojalá.

Pero, insistiendo en que me hago viejo, hoy en día la cosa del videojuego se está volviendo muy seria por un lado y muy poco seria por otro.

Por un lado tenemos los culebrones de Microsoft con Sony por la supuesta supremacía técnica, los periféricos heterogéneos y exóticos, y las vanguardistas políticas de licenciamiento que, por supuesto, siempre benefician al usuario final. Ahí vemos a los grandes peleando por un mercado que, bajo mi punto de vista, está destinado a morir más pronto que tarde. Y esto lo digo porque me hago viejo.

Y como sabe más el diablo por viejo que por diablo, puedo decir que el mercado del hardware de ocio ha sido apasionante en el pasado. Cuando el hardware de juegos era superior, o al menos, más cómodo que el uso de un PC, o, en el peor de los casos, era más barato comprar la consola que el ordenador.

Pero es que hoy por hoy, hijos míos, un ordenador cuesta una castaña. Por el precio de una consola de última generación recién parida te compras un cacharro clónico con más memoria, más procesador y, arrimando un poquito más, quizá, una gráfica que le dé sopas con onda a la consola. ¿No? Verás tú.

Resulta que, para más cachondeo, en la guerra absurda del hardware ambas máquinas equipan procesadores x86. Sí, mucho custom y mucho gato manchado, pero x86. Procesador de PC de toda la vida. Y una gráfica gordota y a correr. Y no sé dónde he leído que Sony incluso montaba una versión tuneada de FreeBSD. Microsoft no, claro. Faltaría más.

Comparemos estas máquinas en teoría hiperpotentes con un PC. Meh. Se parecen demasiado. Sólo les faltan los periféricos. Y el sistema operativo de las consolas.

pcvsconsola 300x225 A jugar a la calle

Como mi ancianidad está ya a estas alturas desbocada, igual deliro y el mercado del hardware de ocio no está convergiendo absurdamente en un puñetero PC. Y siguiendo en mi bochornosa línea quejicosa, voy a poner a caldo también al otro bando: el software.

¿De qué va la industria del software? En serio, ¿de qué va? ¿Hacia dónde nos dirigimos, amigos? ¿Hacia un videojuego en el que tengamos que, sencillamente, sujetar el mando mientras los tutoriales y las secuencias cinemáticas se suceden, por mucho que sean cien veces mejores que las del “mejor” cine? ¿Vamos a desarrollar un videojuego en el que en la pegatinita de PEGI se pueda ver con claridad meridiana que es apto para ficus? ¿Sus estudios de mercado dicen que el usuario medio tiene tan poca tolerancia a la frustración? ¿Es eso?

Se echa en falta oír conversaciones entre gamers con jugo. Conversaciones en las que se discutan tácticas para un nivel concreto. Trucos. Cómo derrotar a un jefe. Cómo conseguir determinada arma. Y se oyen muchas conversaciones en las que todos se han acabado el juego que salió anteayer. ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo coño se pueden fumar un juego tan rápido por mucho que sean unos mugrientos “gamers” granudos de doce años? Y hablo, por supuesto, de los juegos con “historia”. Los de “habilidad” no lo son tanto. Basta con repetir acciones muchas veces para conseguir mejoras brutales que sitúen a nuestros oponentes digitales en clarísima desventaja. ¿Quién no ha jugado la Copa Sunday de Gran Turismo con un Suzuki Scudo Pikes Peak? ¿Por qué se ha vuelto tan sumamente importante el que los juegos tengan un modo online decente? ¡Porque aún quedan algunos irreductibles jugadores con ganas de reto! Y mucho gilipollas también, claro, pero sobre todo jugadores con ganas de que se lo pongan difícil.

En mis tiempos yo me hubiese llamado ya, a estas alturas del artículo, puto viejo senil catorce veces. Pero aún guardo esperanza, fíjate. Porque, en la deriva de los fabricantes de máquinas, todos están, a lo tonto, queriendo imitar el modelo de Steam. Valve consiguió muy buenos guiones con juegos de dificultad muy equilibrada tirando pelín para arriba. Ojo, es mi opinión, pro de los cojones. Pero fíjate en el modelo de negocio: software muy bueno y mira mi modelo de distribución: virtual. A la porra con los intermediarios que no aportan valor. Yo hago el juego y yo te lo vendo a un precio que te va a dar hasta pereza piratearlo.

Ese modelo de software parece que es el que va a triunfar en el futuro por su sencillez y honradez. Y las arquitecturas de juego tan parecidas que podrían tener juegos intercambiables entre plataformas deberían desaparecer y dejar, en su lugar, un hermoso sistema operativo para juegos. Y el que quiera jugar, que juegue con su PC y su Sony PSOS, o con su Microsoft Windows X. Pero que dejen de hacer el tonto poniendo carcasas raras a los ordenadores y enfoquen sus esfuerzos a contenido de calidad, que al final renta mucho más si lo sabes vender.

Steam Box interior 300x169 A jugar a la calle

Pero aún voy más allá. Al paso que vamos con la telefonía y las tabletas, con máquinas como Paralela, un superminicomputador con coprocesador de dieciséis núcleos, ¿qué nos impide unificar todos los contenidos en procesadores de tipo ARM? La potencia que dan los dispositivos móviles está bastante bien para jugar. El almacenamiento puede ser un obstáculo a medio plazo. Pero tampoco tanto. El sistema de control puede ser un poco tosco por ahora, pero encontraremos soluciones. Hacer un juego que corra en multitud de dispositivos similares pero distintos será un poco trabajoso. Pero las posibilidades que brinda son excepcionales. Realidad aumentada, juegos en los que el mando sea el mundo, corre de punta a punta de la ciudad en modo multijugador (habrá algunas muertes por gilipolleces, pero la selección natural no perdona) recogiendo objetos virtuales mediante NFC. Reta al de enfrente en la sala de espera del dentista. Y al llegar a casa, conecta tu dispositivo a la TV, coge un mando de verdad y juega a lo grande.

Y dejémonos de tonterías. Porque en este negocio tan serio, el objetivo final es que nos divirtamos. Lo demás sobra.

La entrada A jugar a la calle es 100% producto Deus Ex Machina.


Volver a la Portada de Logo Paperblog