Nunca es tarde para decir te quiero.
Miércoles 11 de febrero de 2015 A la atención de la mejor persona del mundo: Puede que te sorprenda, aunque la verdad es que no te estoy contando nada nuevo. Puede que, aunque no te lo suela decir muy a menudo, en el fondo lo sepas tan bien como yo. Que sin quererlo, casi inconscientemente, seas capaz de apreciarlo en nuestro día a día. Te lo quiero recordar, porque pasan los años y, como si de un diario se tratase, poco a poco vamos coleccionando recuerdos. Alegrías y decepciones, viajes, proyectos y cambios. Muchos cambios. Porque, al fin y al cabo, en eso consiste la vida, en adaptarse al momento. En seguir al pie del cañón, como el primer día. En madurar, y en tomar decisiones. ¿Y qué habría sido de todo eso sin ti? Dicen que las cosas pequeñas son las que hacen grandes a las personas, y la verdad es que en eso no hay quien te gane. Un trabajo sacrifcado y altruista el tuyo. Ladrillo a ladrillo, sin prisa pero sin pausa, llegando muy lejos y siempre con una sonrisa en la cara. Capaz de hacer que mi mundo parezca mucho más sencillo de lo que realmente es. Y lo mejor de todo es que, después de muchas discusiones, de no ponernos de acuerdo y de no dar nuestro brazo a torcer, sigues ahí. Por eso, sin motivo alguno pero con mucha razón, te escribo esta carta. Sabes, por lo menos tan bien como yo, que nunca se me ha dado bien esto de escribir. Todo sea por complacerte, para despejar tus noches y alegrar tus días, porque a pesar de que, forzosamente, este año te tenga que dejar, no quiero que te olvides de mi. Los dos sabíamos que tarde o temprano llegaría este momento, así que ahora lo único que queda es continuar hacia adelante. ¿Qué son unos cientos de kilómetros para ti y para mi? El amor no entiende las distancias, entiende a las personas. Unidos desde siempre. Una relación tan larga como sólida. Una armada invencible que, aunque a veces haga aguas y se trate de hundir, siempre vuelve a salir a flote. Largas conversaciones, palabras innecesarias cuando con una sola mirada ya lo dices todo. Ese tipo de cosas que no te hace falta nombrar para expresar. Ese tipo de cosas de las que, al despertar un día, te das cuenta. Sin pensar, simplemente sintiendo. Y ahora te lo digo porque, a pesar de que no sea estrictamente necesario, siempre sienta bien escucharlo. Te quiero mamá.Toma la iniciativa.