Se descompuso en un crucero y la bajaron en Kingston. Permaneció quince días en terapia intensiva hasta que el caso se conoció en los medios y una empresa de seguros de viaje se ofreció a traerla gratis. Ana María Arroyos despertó tres semanas después en un hospital de Buenos Aires.
Ana María Arroyos. Fuente: Facebook.
Ana María Arroyos, ciudadana argentina, había viajado desde Miami en un crucero de Norwegian Cruise con su hija menor. El 12 de abril sintió fuertes dolores de estómago y consultó al médico de la embarcación.
Le diagnosticaron “gastroenteritis aguda” y, al ver que continuaban los dolores, “el Capitán del crucero decidió que Ana María debía desembarcar en Jamaica para una atención mayor ya que no estaba a su alcance lo necesario dentro de la nave”, contó Omar, hermano de Ana María, en declaraciones a la televisión argentina. Los médicos que la asisten en Argentina confirmaron que la mujer sufrió una peritonitis que desató el cuadro.
Celeste, la hija de 22 años que acompañaba a Ana María, se opuso a descenso en el país caribeño, pero la bajaron esposada a las costas de Jamaica. El Capitán decidió continuar viaje sin las pasajeras argentinas.
Ana María estuvo internada y permaneció con respirador artificial. Cada día de internación le costaba a la familia casi 4.000 dólares (€3.588). De los más de 70.000 dólares (€ 62.300) gastados, el seguro cubría apenas 20.000 (€ 17.940). Por eso, un grupo de amigos de la familia creó una página de Facebook para juntar fondos.
Los cruceros de Norwegian Cruise Line operan en Argentina a través de una empresa llamada Vanguard Marketing. Consultados por esta cronista, los representantes confirmaron que “a la llegada de la nave al primer puerto de escala en Ocho Ríos, Jamaica, la Sra. Arroyos fue desembarcada médicamente con el fin de recibir atención médica adicional”.
Asimismo indicaron que “el equipo de cuidado de Norwegian Cruise Line continuó contacto con la Sra. Arroyos y la Embajada Argentina mientras se encontraba en Jamaica”. Sin embargo, no explicaron por qué decidieron sacar a la hija de Ana María a la fuerza y sin su consentimiento, ni por qué se desentendieron de los gastos de su pasajera.
La situación se hizo insostenible y el caso llegó a los medios. Dado el revuelo que ocasionó, la empresa de asistencia al viajero Assist Card decidió ayudarla y corrió con todos los gastos de traslado, que se estiman en un millón y medio de pesos (unos 110 mil euros).
El 5 de mayo la trajeron a Buenos Aires en el avión sanitario y la internaron en el Sanatorio Finocchieto de la Capital Federal con un cuadro de sepsis (infección en varios órganos). El pulmón era el más comprometido.
Según informaron sus más cercanos, Ana María continúa en estado crítico pero con mejoras. Abrió los ojos y reconoció a las personas de su alrededor pero todavía no puede hablar por la traqueotomía.
Le están sacando el respirador paulatinamente para que pueda asimilar y entender por qué lo que iba a ser un viaje turístico casi termina en una desgracia.