Reciente aún el sabor de los higos verdales, uva, granadas; con una buena reserva de carne de membrillo en la nevera, estos días se ha hecho la poda de invierno, que es todo un arte entre las labores del campo, un auténtico proceso educativo del árbol.
La parra, los olivos, los frutales- e incluso los baladres- ya están preparados para la llegada de la primavera. Aparecerá con sones de Stravinsky o de Vivaldi y hará que florezcan melocotoneros, albaricoqueros, perales, ciruelos y manzanos para ofrecer sus frutos en verano. Esto sí que es un ciclo hermoso, telúrico, un concierto que sólo podría verse alterado por la aparición de una maldita helada de esas que producen estragos en una noche.