Revista Opinión

A la política la falta corazón

Publicado el 08 enero 2019 por Msnoferini

Ya hemos dejado atrás las navidades, época de celebraciones, reencuentros, dispendios y un notable incremento de almibarado buenismo. No voy a ser yo quien critique las navidades en sí, aunque haya algunas cosas en estas fiestas que no me gusten demasiado, como esa bondad y emotividad que algunos parecen olvidar el resto del año, y el ejemplo más claro lo tenemos en nuestros gobiernos y políticos.

La política es un servicio público, y lamentablemente para muchos una profesión, en el cual, en contra de toda lógica, falta corazón. En la política falta voluntad por asegurar los derechos más básicos y el bienestar de la ciudadanía en lugar de priorizar el invertir en las estructuras y necesidades del capital y la banca. No puede decirse que un gobierno y sus políticos tengan corazón cuando las gentes de un país pierden sus hogares, no tienen acceso a un trabajo o pensión dignos, no tienen unos servicios públicos en condiciones, no pueden costearse bienes de primera necesidad como la luz, el gas, el derecho a una medicación, o a tener tres comidas diarias, al tiempo que no falta el dinero para invertirlo a fondo perdido en ayudar o rescatar a la banca –dejando aparte el habitual latrocinio al que tanto nos tienen acostumbrados nuestros políticos-.

Pero esa falta de bondad y desafección hacia sus iguales que parece sufrir nuestra casta política –definición de la clase política muy acertada que en cierto partido morado parece haber quedado relegada al olvido, tal vez porque los miembros del mismo hayan pasado a engordar ese selecto grupo- no sólo queda reflejada en sus decisiones y actos colectivos, sino en la mayor parte de los casos a nivel individual, pues ver como se tratan entre ellos/as en lo que son los Sancta Sanctorum de la soberanía popular, como son los parlamentos, demuestra que la bondad, el respeto y la educación cotiza a la baja, y tal vez por ello fue noticia cuando el diputado canario del partido morado, Alberto Rodríguez, tuvo el bonito detalle en sede parlamentaria de hablar bien de un rival político que se despedía de la política.

Nuestros gobiernos, los partidos políticos y la casta política poco les importamos la ciudadanía y nuestros problemas, más allá del interés en momentos puntuales –como cuando se acercan unas elecciones- y alguna honrosa excepción. Los políticos, en su mayoría, no tienen corazón y juegan con nuestras necesidades y no tienen pudor en utilizar hasta el odio en beneficios de sus intereses –y el caso de Catalunya es un claro ejemplo de ello-.

Por lo tanto, acabadas las navidades toca prepararse para seguir viviendo con nuestras miserias y con el recrudecimiento de las habituales batallas del estercolero de la política y la cansina difusión de las mismas a través de los medios partidistas e interesados que tenemos en esta ruina de país.

MSNoferini

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