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A la sombra de las hojas

Publicado el 20 enero 2015 por Libelulalibros
A la sombra de las hojasHarold Alvarado Tenorio nombró Arquitrave su editorial por: El arquitrabe de Jaime Gil de Biedma; dijo el gracioso que lo puso con uve para pronunciarlo: Arquitrá vé. Ya en serio: cuando Alvarado —célebre poeta y temible libelista— vino a vivir a Manizales pudimos tener: aquí en Libélula los libros que hace de manera artesanal; de todos el que yo más quería era el de Du Fu. Hace años —por afortunado accidente— había conseguido: Bosque de pinceles, de Tu Fu en la edición de la Pontificia Universidad Católica del Perú, traducción de Guillermo Dañino (2001, 518 páginas). Ahora pues he podido compulsar la —con toda seguridad— fiel versión de Dañino con la de Alvarado —bajo el nombre de pluma de: Umberto Cobo, en memoria de su padre y tal vez recuerdo de Saba: de magnífico aliento poético. Viejo lector de Alvarado: desde su inicial: Pensamientos de un hombre llegado el invierno (Piraña Editorial, Cali 1972), estaba advertido de su descomunal capacidad mistificadora; de ahí que no se me hiciera raro que al encontrar un poema del chino a su Caballo enfermo (Dañino, pág. 387) que le decía de cosas propias, resolviera apoderarse de él mediante el expediente de agregarle ocho líneas para cantarle al suyo:Naciste en mi cabaña / y en ella te crié / como si fueras otro de mis hijos / Tus dientes crecieron y tus juegos / conmigo duraban hasta entrada (sic) las tardes. / Luego te hiciste un potro negro y bello / y me mordías el pelo y las manos y los brazos / recordando tu niñez junto a mi afecto. (Recordando mi caballo cuando cayó enfermo: Ch’ang-an, 2004, pág. 71).Y hace dos meses me envió la versión definitiva del que ya es su poema: Recordando mi caballo, que he examinado con minuciosidad: de Du Fu apenas queda el primer verso: «Te monté por mucho tiempo» (Dañino), que en la voz de Cobo—Alvarado es: «He cabalgado sobre ti por muchos años» (HAT 2004), ahora: «Sobre ti cabalgué tantos años». Nada más: Alvarado, al fin, ha cumplido con escrupulosidad la condición esencial de la literatura china: la de ser un centón, es decir: la expresión por medio de fórmulas consagradas. Desde el centro del poema de Alvarado a su caballo, Du Fu hace un guiño y lo convierte por ensalmo —al panfletista de Buga— en un poeta chino de la dinastía Tang. Jose F. CalleLibélula Libros

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