Revista Coaching
Es difícil que una semana con tanto trabajo como esta se repita. Una sesión en Guadalajara, cuatro en Madrid (inolvidable la impartida a más de 500 padres en el Colegio Las Tablas-Valverde), dos en Valencia, una en Castellón en el Curso de Peritos Judiciales que dirige Juan Felipe Pons, dos en Alicante y todavía nos queda mañana otra en Jaén.
Para colmo, el volcán impronunciable y su amenazante nube de cenizas mantuvo cerrado el aeropuerto de Pamplona durante el fin de semana por lo que tuve que anular mis vuelos y viajar en coche. Cuando llegue a casa mañana cruzando casi toda España habré sumado 2.850 km. Me encantará volver a recorrer La Mancha mañana por la tarde. Ya no sé cuantas veces lo he hecho este año. Disfruto conduciendo con la música que me gusta de fondo, por aquellas inmensas llanuras pobladas de viñedos custodiados por los Molinos de Don Quijote.
Quizá porque vengo de una familia de una tierra de vinos (el Campo de Borja), desde siempre hemos contado en casa una historia que bien sirve para resumir la alegría con la que me enfrento a los últimos compromisos de esta semana agotadora.
Hace años que un labrador, a punto de acabar su vida quiso dejar a sus hijos bien experimentados en el mundo de la agricultura. Una noche durante la cena, reunió a todos sus descendientes y les dijo:
"Hijos míos: voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo".
Tras esa enigmática frase los descendientes creyeron que su padre moribundo había enterrado un tesoro y cuando este falleció se afanaron en remover profundamente la tierra de la viña para buscarlo. Tesoro no hallaron ninguno, pero la viña, tan bien removida quedó, que multiplicó su fruto, y la cosecha de aquel año resultó histórica.
El mejor tesoro siempre lo encontrarás en el trabajo adecuado. Este nos permite poner en forma un montón de cualidades indispensables para nuestro desarrollo: tenacidad, superación de obstáculos, iniciativa… Bien concebido y realizado, nos permite llevar una vida plena.