Revista Música

A las 12:51 en alguna urbe

Por L

The strokes – Room on Fire

A la altura de este disco The strokes ya se había alquilado el mundo para ellos solos y de paso le habían abierto el paso a un numeroso sequito de seguidores. Habían sacado al moribundo rock de su ataúd, lo habían disfrazado a su manera, y lo habían lanzado a un intento de estrellato, esa era por entonces la fotografía del mundo moderno que se pensaba musicalmente perdido.
A las 12:51 en alguna urbe
Para la continuidad decidieron en primera instancia cambiar de productor, contratando para estas funciones a Nigel Godrich, nombre que les sonara por su constante relación con Radiohead, mas al final este acercamiento no prospero en demasía ¿Por qué? , debido a que la banda creyó que las intervenciones de él, estaban dejando sin alma a la mayoría de sus composiciones hasta ese momento. Como medida retomaron a un viejo conocido, Gordon Raphael el mismo personaje que produjo su exitoso debut, tal vez sea eso, lo que le da un cierto aire de continuismo a estos cuartos en llamas. Pero no nos engañemos, este trabajo deja notar un descenso en la calidad final, tomando el aura de Is this it, mas en esta sesión no suena tan adictiva como la primera vez, y en suplencia de este ligero déficit, emplean ligeras dosificaciones de las antes ausentes maquinas. Para describirlo mejor podríamos decir que en Room on fire, se sienten mas alejados, menos humanos, terminan siendo buenas canciones, creadas quizás de igual manera que las canciones que dos años antes devoraron al mundo, no obstante hay un cierto dejo de frialdad en las composiciones, acusaron a Godrich de robarle el espíritu a sus temas por eso lo cambiaron, mas a lo mejor esa falta de espíritu, estaba mas presente en ellos que en el productor, para estos efectos.
Pero tampoco esto trata de masacrar un disco que en líneas generales si funciona, se siente mas frenado solo eso, entrelazando esa atmósfera retro y cavernosa, con la modernidad neta y computarizada, choca estos dos preceptos y los baña de noche, grupies, plasticidad y chaquetas de cuero. Ejecuciones que dejan entrever un todo, muy noctívago, las dosis de aletargamiento van bien complementadas con subidas de energía y el jugueteo, con guitarras que transportan a un videojuego setentero, todo ello forma parte del tablero, muchas posibilidades por todos lados.
Ideal para transportarse a la noche de algún suburbio cosmopolita, y caminar entre la urbanidad absoluta de una ciudad que se alimenta de sus habitantes, asi como cada calle que quiere contar una historia, asi como cada luz urbana que ilumina un sendero encementado.
What ever happened, abre el disco con percusiones interesantes, creando cierta especie de distractivo árido, para dejar entrar la voz y resto de instrumentación en una atrofiada pero efectiva apertura, las vocalizaciones de Casablancas crean esas radiaciones opacas esenciales del grupo. Entonces se abre el sendero noctámbulo a la pirotécnica Reptilia. Es el ejemplo de canción que se puede tornar adictiva de un segundo a otro, con elementos obviamente predispuestos a la efectividad y el espectáculo, juega con sus velocidades, protagonismo de los instrumentos, dejando lucirse a Hamond con la guitarra ritmica o dando a Valensi sus segundos solitarios en el 1:50, la línea de bajo también, brinda una elasticidad amplia al track, y ese tal vez sea el ingrediente que la hace tan chiclosa, una evidente elasticidad. Julián, con la voz al borde de hacer sangrar su garganta, se opone a la melodía absoluta con carraspocidad, en particular me gusta cuando dice… “pensé que te había dicho, que este mundo no es para ti”, una entonación aspera bien lograda. El bizarro titulo del track gira en torno a una parte del cerebro llamada Reptilian Complex, encargada de sentimientos como el amor y el odio, mucho que ver quizás con esa bipolaridad existente en el track. Automatic Stop, vendría siendo mas acida, mas aletargada, donde con simplicidad se puede recrear un paisaje, menos esperanzador y si más pesimistas, casi de resignación, mas es esa simpleza la que de alguna manera le da tintes hipnóticos, ello acomplejado por un abrupto final, dejando iniciar la presentación de 12:51, acá si hay innovación, sumando mas colores y futurismo, las guitarras se disfrazan de sintetizadores en ejecuciones muy lúdicas y cíclicas, que parecen mas una parodia, que una propuesta en si, o mas bien esa seria la iniciativa, el proclamar un hibrido cruzado entre sus preceptos a la antigua, con las mas deleznable actualidad. El asunto final es que funciona muy bien, aligerando y dando esa ficticia visión de felicidad.
Una vez mas una cortina pesadísima de sonido da inicio al sexto tema (you talk way too much), para luego dejar entrar a la voz que adelgaza el grosor excesivo , por aquí por allá se integran ligeros destellos guitarreros, que ante todo privilegian la melodicidad, mas perfectamente este podría ser un vástago de su obra antecesora. Between love & hate, muy símil, en cuanto a su aporte general a you talk…ya que la podríamos dividir en dos secciones una primaria que se arrastra con voces arenosas y luego toda la sustancia guitarrera, para después repetir la primera, quizás la abertura a una débil parte del disco que se cobija precisamente en estos pasajes. Meet me in the bathroom, vendría siendo lo menos sólido del disco, un track, lleno de propósitos, no obstante como dicen “el camino al infierno esta lleno de buenas intenciones”. Este nunca acaba de congeniar, auto dilapidándose en una redundancia algo aburrida. Under control, ralentiza (otra vez) los tiempos mostrándose arrastrada y pesimista, sacando a primer plano un poco el quehacer del buen baterista, Fabrizio Moretti quien va marcando la aletargada marcha.
The way it is, inicia una buena ráfaga final, su contenido es bombástico, grandilocuente quizás, mas se desarrolla bien. The end has no end, cataliza demasiado bien varios elementos que estaban un poco disueltos en el disco, partiendo por la tecnologización, esa percusión seca, lo lúdico y la guitarra con ganas de vestirse de héroe, este track en particular maneja unos tiempos bien diversos apretando y aliviando constantemente y por ultimo I can’t win, vuelve a dejar en primer plano a la resignación como lo hiciera automatic… eso si aderezada con corrientes dinámicas, se recupera ese espíritu libre que tenían sus rolas un pelin mas antiguas, y jugueteando con la voz y la batería (pareciendo que siguen la misma línea). En definitiva clausura de buenisima manera la segunda entrega neoyorkina.
Un fuego contenido es Room on fire, una secuela de tan mediático inicio, ahora si, van añadiendo adornos, para reinventarse en un futuro y no caer en el absoluto autoplagio. Casi como una declaración de valores, que dicta “somos fieles a nosotros mismos”. Ha seguir tratando de derribar la barrera, creada por nosotros mismos…Futuro prometedor para esta banda intrínseca y esencial del siglo XXI.
· Tracklist

· What ever happened
· Reptilia
· Automatic Stop
· 12:51
· You talk way too much
· Between love & hate
· Meet me in the bathroom
· Under control
· The way it is
· The end has no end
· I can´t win

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