Revista Sociedad
El Panteón es uno de los edificios más conocidos de París, en el corazón del barrio Latino. Su construcción se inició en 1.764 con la previsión de que fuese una preciosa iglesia neoclásica, entregada al culto de Santa Genoveva, la patrona de la ciudad.
El destino quiso que las obras, por falta de fondos, se demorasen mucho más allá de lo que estaba previsto y hasta 26 años, terminándose en plena Revolución Francesa.
La Asamblea Nacional (1.791) resolvió entonces que el edificio, que aún no había sido consagrado como iglesia, fuese templo que albergase los restos de los hombres ilustres de la patria. Con tal fin se iniciaron obras de remodelación, destacando en el frontispicio la frase: "Aux grands hommes, la patrie reconnaissante"... (A los grandes hombres, la Patria agradecida).Tras diversos titubeos y replanteamientos en lo que habría de ser el uso definitivo de esta construcción, que vinieron de la mano de otros tantos cambios de régimen en una etapa ciertamente convulsa de la historia del país vecino, fue la tercera República, tras la muerte del gran poeta Víctor Hugo (1.885), quien le dió el espaldarazo definitivo como lugar de uso laico, reservado para el descanso eterno de los ilustres, honrados por la República.
Se da la circunstancia anecdótica de que los restos de Mirabeau, con cuyo concurrido entierro se inauguró el Panteón -en 1.791- y que probablemente motivaron aquella decisión original de la Asamblea respecto del uso civil del lugar, fueron retirados tres años más tarde (1.794), entre descalificaciones e insultos, tras descubrirse, con la aparición de algunas de sus cartas, el doble juego de la connivencia que Mirabeau había mantenido con la Corte de Versalles. Actualmente en el Panteón reposan los restos de 71"Grandes" de Francia, de entre los que cabe destacar a: Voltaire, Rousseau, Marat, Víctor Hugo, Emile Zola, Jean Jaurés, Marie Curie, Louis Braille, Jean Monnet...
En 2.002, el entonces Presidente Jacques Chirac quiso reparar lo que parecía un evidente descuido, llevando los restos de Alejandro Dumas, padre de los "Tres Mosqueteros". Aquél día, el féretro se veía cubierto por un manto de terciopelo azul, en el que podía leerse el lema de los espadachines: "Un pour tous, tous pour un"... (Uno para todos, todos para uno!).
La pregunta que dejo para la reflexión de un epílogo sería: ¿Por qué no tenemos, en España, un edificio con tal simbolismo y finalidad?...