Cuánto ha traído consigo aquella mañana en Palencia, al encontrarme con nuestro querido y admirado amigo Marcelino García Velasco, que ya descansa en la paz de Dios.
Froilán desea que le dedique unas líneas y reconozco que, tras la larga ausencia de mi tierra, desconocía gran parte de su biografía, personal y literaria. Vernos de nuevo y conocer a su entrañable Carmen, fueron momentos muy felices, dedicados a reavivar nuestros recuerdos infantiles y juveniles, comprobando que nuestra amistad no se había esfumado.
Julian es escritor, autor del Vexu Kamin, obra que ha tenido gran trascendencia, muy divulgada en conferencias, charlas radiofónicas, Revista del Ateneo Leonés y otros medios de comunicación.
me sorprendió ver a uno más joven que los demás, que conocía de la vieja Escuela Normal del Magisterio en la Plaza de la Catedral. Era Marcelino, que hacía Tercero mientras yo iniciaba Primero. Al preguntarle supe que, con aquellos señores, de los que conocía a D. Dacio, mi catedrático de Lengua en el Insti Jorge Manrique, y a Mariano del Mazo, se estaba iniciando en el arte poético. Eran la Peña Nubis y allí celebraban un cenáculo-germen de lo que después fuera muy importante movimiento cultural palentino y nacional. Pero mayormente nos conocíamos del centro de Acción Católica. Éramos Aspirantes, nos divertíamos y aprendíamos a tratar de ser buenas personas. Ambos reconocimos que los tiempos de nuestras juveniles prácticas recreativas, deportivas y religiosas no fueron tiempo perdido. Y recordamos a Ignacio, a Luis, a D. Florentino -el cura del Cristo- y a otros muchos, largos de enumerar, que tanto nos ayudaron. De aquel feliz día, aparte de lo ya dicho, recuerdo que Marcelino y Carmen nos obsequiaron con algunas de sus obras. Por ellas y por más, que me ha interesado conocer, he sabido de su vida personal, profesional y poética que ya otros, con auténtico conocimiento de causa, han sabido valorar muy acertadamente y sería un mentecato si me atreviera a hacerlo yo.
Sólo me queda por añadir que Marcelino forma parte de aquellos que pasaron por el mundo haciendo el bien, primero como maestro, con su quehacer y vida ejemplar, familiar y profesional, como él decía "a las horas debidas" y como poeta "a las no debidas", haciendo realidad que la buena poesía revela el rostro de Dios.
Gracias, Marcelino, por tu ejemplo, tu poesía y por ayudarnos a detener nuestro frenético caminar.