Perdida en mis recuerdos, ésos que ahora por tu culpa no comparto con él, me quedé esperando que volviera, era cuestión de tiempo, pensé, pero aquí sigo esperando su vuelta.
He tardado tiempo en darme cuenta de que no lo haría, tal vez porque nunca estuvo aquí, ¿quién sabe desde cuando su mente estaba lejos mientras ya arrasabas tú mi vida? Mi odiada enemiga, ¿desde cuándo lo conoces? ¿Sabías que era mío cuando viniste a arrebatármelo?
Inútilmente he olvidado quién era yo. Deje de conocerme para conocerle a él. Y ahora llegas tú, ¿Quién sabe de dónde habrás salido? Y te lo llevas.
Nunca podré ya volver a ser yo, por más que busco dentro de mí no consigo reconocerme. Me gustaría despedirme de él, tal vez así pueda reencontrarme conmigo.
Te daría las gracias si al menos supieras cuidarlo mejor que yo, si pudieras hacerle feliz como lo hice yo, si llegaras a ser lo que yo nunca fui. Pero en realidad prefiero que no te quiera, que no comparta contigo las cosas que conmigo compartía; pero a lo peor tú sí lo logras, y llegas a eliminar sus reservas para ser la mujer más feliz del mundo. Dios no lo quiera.
Te desearía toda la suerte del mundo, querida enemiga. Pero prefiero desearte lo peor, su desprecio. Enemiga sí, porque nunca podremos ser amigas y querida también, porque por desgracia no puedo odiar nada que él pudiese llegar a querer.