Desde hace una semana la mayoría de los niños viven en un estado de agitación constante. Esos pequeños seres sensibles parecen estar en ebullición y a punto de estallar en cualquier momento. Tan pequeñitos y tantas emociones que albergar. Las salidas, las luces en las calles, empezando por sus propios hogares con el árbol y demás adornos, comidas navideñas, la llegada de familiares y amigos... Y a todo este batiburrillo tan colorido y luminoso se le añaden las fiestas en el cole, las funciones navideñas y, por supuesto, la llegada de las vacaciones.
Yo también he podido tener un atisbo de lo que nos espera, no solo este año, sino en los años venideros, tanta alteración, tantas emociones y fiestas chocan de bruces contra sus rutinas y alteran sus sueños con un impacto total. Pero me gusta, me gustan esas caritas felices, esas emociones inocentes y auténticas y es cuando mas deseo que todos los niños pudieran vivir días así de felices, que no tuvieran que preocuparse de nada mas. Porque esa es la esencia de ser niño, disfrutar, vivir y centrarse en sentir cada instante con total desenfreno y soltura.No crean, un poco de miedo sí que me da. De repente, y desde mi perspectiva de adulto, veo ante mi la de cosas y experiencias que están por vivir y es como si viera venir un tsunami de emociones todas condensadas en esos pequeñines. Pero que no sea ese un pensamiento que nos limite. Démosles felicidad a manos llenas, con total desenfreno nosotros también. Disfruta con ellos, juega al pilla-pilla y a los bebés, a los Power Rangers, a Spiderman y a los bomberos. A aquello que sabes que le hará feliz, estoy segura de que sabes qué hacer y cómo hacerlo...¿Alguien mas con niños a mil revoluciones en casa? :)Revista Diario
Ya desde el año pasado por estas fechas me hice la nota mental. Por aquel entonces el peque tenía unos dos años y medio, empezaba a vislumbrar las implicaciones de esta época navideña y sabía que a partir de este año esa consciencia iba a ser exponencialmente mayor. Pues bien, así ha sido.