Hablar de sexo es complicado. Bien sea porque aún en pleno siglo veintiuno sigue siendo un tema tabú, o -y- porque el tema no forma parte de mi “agenda” tradicional pero siempre aparece algo en la sociedad que logra hacer una sutil inflexión a los artículos que busco tener algo que comentar.
Hace algunos días (el tres de octubre, 2017) salió a la luz pública un audio, de una supuesta llamada, en dónde el mediático actor Luis Gerardo Méndez(Chava Jr., en la serie original de Netflix Club de Cuervos) se “pone” de acuerdo para concretar un trío entre él, su novio y con quién efectúa la llamada (clic para oír), causando un sin fin de reacciones.
Curiosamente más allá de haberse convertido en Trending Topic durante algunas horas, afortunadamente la mayoría de los usuarios en la web se mostraron solidarios al actor. Claro, existieron comentarios humillantes y ofensivos pero, para suerte de la sociedad, fue más el ánimo que el desaliento.Sí. Quizá en estos momentos más de alguno de ustedes, amables lectores, tengan reacciones encontradas. “Saber” de tríos o de prácticas sexuales diversas, ya sea entre personas públicas o en el ámbito privado, suele ser algo ambivalente pero te invito a seguir leyendo antes de emitir un juicio tajante.Irónicamente, y sin proponérmelo, un día antes de la nota, leía un artículo rescatado de Hugh M. Hefner (el icónico fundador de Playboy) de septiembre del dos mil doce en el que habló sobre un peculiar caso de 1965, cuando a Charles Cotner se le acusó de un “abominable y detestable crimen contra natura”.¿El delito?Tomando prestado el peculiar tono hilarante del recién fallecido “padre” del porno moderno, lo cito: sexo anual consensuado con su esposa.Antes de levantar las manos al cielo detengámonos un momento en el verbo resaltado en negritas: consensuado.De acuerdo al RAE, la palabra se define como: Adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes. Es decir, algo en dónde los dos dan su aprobación tácita para llevarlo a cabo. Y, si le sumamos, es una decisión tomada entre dos adultos.Retomando el artículo de Hefner, en este él aboga porque se luche contra la “religiosidad” en las legislaciones ya que el pensamiento religioso intenta deshumanizar -palabras del autor- la sexualidad si esta no se emplea para perpetuar la especie.Como dije al inicio, este no es particularmente mi tema (aunque tiene “matices” con eso de lo religioso) pero me quiero centrar en la libertad que debemos de tener.La práctica sexual afortunadamente es algo que sucede en lo privado y por ende debería de quedarse ahí. Que si son prácticas “raras” o no, eso es ya un apartado subjetivo. Si quiénes las llevan a cabo están conformes y de acuerdo en hacerlas... ¿a quién más debería importarle?A nadie.Simple. Sencillo. Así se fácil. Más allá de que si es “natural”, correcto o no. Si ambos (o varios) quieren, tendrían que ser libres de hacerlo sin el peligro que presupone ser juzgados por la sociedad que cataloga los gustos sexuales como una condicionante de la moralidad de las personas.Imagen | Pixabay
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