Revista Cultura y Ocio

«A orillas del tiempo. Historias entre mundos dos mil años atrás», de Fernando Wulff

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«El encuentro crucial de tres culturas –China, india y el mundo grecorromano– en un mismo tiempo y lugar: el océano índico en los albores de nuestra era.»


«A orillas del tiempo. Historias entre mundos dos mil años atrás», de Fernando WulffLa inmediatez de la actual globalización nos hace a menudo olvidar que esta es solo una más de todas las que nuestro mundo ha conocido. La primera, hace alrededor de dos mil años, fue el momento con mayores conexiones de la historia, pero también el de mayor extensión del pensamiento y la cultura escrita, cuando surgen o se consolidan las culturas grecorromana, china e India.
Tres miradas y tres viajeros —Trajano, Gan Ying y Sahadeva, personaje de la épica india— servirán en este libro para corporizar en toda su plenitud una esfera compartida que canta a muchas voces, tan diversas como las fuentes documentales utilizadas para escribirlo: estatuas, tesoros, monedas, contratos, discursos, debates, poemas, manuales sobre el Estado, la buena vida o la salud, reflexiones sobre la condición de las mujeres, intentos de medir el mundo...

«La frontera más rentable del mundo en ese momento es el Mar Rojo que da hacia la India. Estrabón nos habla de 120 barcos que van desde un punto dado a la India y traen todo tipo de cosas, entre otras la pimienta: la cocina romana no se entiende sin ella.»

Las tres miradas partieron de tres lugares y de tres personajes distintos.
La primera, en el año 116, es la de un emperador romano, Trajano, que mira hacia el Oriente, a la India, desde el golfo Pérsico. Ha llegado allí en una campaña militar victoriosa, aunque nada exenta de peligros, tras entrar en el territorio del imperio enemigo de Roma, el parto, y bajar por el río Tigris.
Ya en el golfo Pérsico, el triunfante emperador ve un barco que se dirige a la India. Lamenta entonces no poder viajar allí dada su edad. Las cosas no irían muy bien para él en adelante, y ese lamento no será el único, pero eso es otra historia, y nosotros lo dejaremos por ahora en ese lugar, junto al mar, oteando, deseando. No será por mucho tiempo. Con él empezaremos nuestra ronda de miradas y de historias.

La siguiente mirada es la de un legado chino, Gan Ying, y sucede apenas un poco antes, en el año 97. Podríamos imaginarla encontrándose con la de Trajano en algún punto intermedio, porque la dirige precisamente a Occidente. Gan Ying había sido enviado por Ban Chao, General Protector de las Regiones
Occidentales, para llegar a Roma y conectar los dos imperios, los dos mundos, y hacerlo saltando por encima de los partos, inevitables intermediarios en la vía terrestre.
La China de los Han, una dinastía ya entonces con casi trescientos años, sabe muy bien qué es y dónde está Roma. Otro Han había abierto dos siglos antes las rutas que iban de China al Asia central occidental, a los lugares donde Alejandro Magno se había visto obligado a detener su avance. Gan Ying las sigue, llega al Asia central occidental y continúa hacia el sur arribando al mismo mar que Trajano.
Al llegar a un determinado lugar, que hoy desconocemos, renuncia a seguir su viaje asustado por lo que, quizás de manera interesada, le dicen acerca de la duración de su viaje. Su mirada no es tan firme: empieza con esperanza, pero acaba también teñida por la frustración. El tiempo, aunque de otra manera, tiene que ver directamente con ello. Y tiene aún más que ver con quien lo manda, el general Ban Chao, que se siente, como Trajano, ya viejo. Pronto Ban Chao volverá a la capital tras muchos años en las remotas tierras occidentales y entre los éxitos que se le reconocerán no estará el de cumplir el sueño que encarnaba su enviado.

«Son muchos los restos materiales, muchos los testimonios y apreciaciones (Plinio, Heródoto, Dión Casio, Diodoro Sículo… ) en los que se apoya Wulff para componer esta historia global del mundo antiguo y sus caminos.»

La tercera mirada es la más elusiva de todas. Pertenece a Sahadeva, personaje de una épica india que puede muy bien haber sido escrita por estos años, el Mahabhárata. Sahadeva, uno de los cinco hermanos Pandavas, llega a un lugar de la costa noroccidental de la India, del que sabemos algo más que del lugar al que llegó Gan Ying. Está cerca de una ciudad que conocemos en su nombre en griego y en sánscrito,
Bharukaccha y Barígaza, que aún existe hoy, Bharuch, en el Gujarat. Con otros tres hermanos suyos se ha repartido los puntos cardinales, sometiendo tierras para quien será proclamado pronto, en una fastuosa ceremonia, como emperador del mundo: su hermano Yudhishthira.
Desde ese lugar Sahadeva envía emisarios a Roma, a Antioquía y a la «ciudad de los griegos», Alejandría de Egipto seguramente, para que acepten su sometimiento a Yudhishthira. Todos ellos lo hacen y Sahadeva sigue su camino hacia la rica Bharukaccha, donde su prudente rey también se someterá a quien pronto será coronado como emperador del mundo.
Podemos contarlo así y seguir camino, pero también podemos mirar no al Occidente que habría de contener a la Roma sometida, sino a la mirada que se esconde detrás de Sahadeva. La pregunta importante, como tantas otras veces, es quién cuenta la historia, quién nos hace imaginar al personaje, quién nos lo presenta mirando a Roma y Occidente y proclamando a través de los emisarios el poder universal de ese monarca al que pronto se ungirá. 

Tú podías haber ido desde Málaga o desde Londres (o Londinium) a Corea y no era complicado. Podríamos decir además que pasarías por tres poderes imperiales: por Roma, que se podía coger un barco hasta Egipto, allí pasas al Mar Rojo, donde coges unos barcos que van y vienen a la India en el año -tienes que estar allí por mayo-. Llegas a la India, a la desembocadura del Indo y ahí estás bajo la hegemonía del imperio kushán, que controla de forma directa o indirecta territorios hasta el Asia Central, donde están los chinos, que pueden garantizarte en buenas épocas seguir hasta la capital de China y hasta Corea.

«Tres miradas  de tres viajeros pueden ayudar a visualizar todo esto cuando se desarrolla la segunda gran globalización: las del veneciano Marco Polo en el siglo XIII y el bereber Ibn Battuta en el XIV que llegan a China y la del almirante chino Zheng He, que llega a Arabia y África a comienzos del XV.» [Pág. 496]

Lee y disfruta de las primeras páginas del libro.

El autor:«A orillas del tiempo. Historias entre mundos dos mil años atrás», de Fernando Wulff
Fernando Wulff Alonso (Santiago de Compostela, 1955) es catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Málaga. Ha trabajado, en particular, sobre la Roma republicana y sus modelos de dominación —Sin noticias de Italia (2021)—, sobre personajes femeninos poderosos de las épicas, desde Mesopotamia hasta el Cantar de los Nibelungos pasando por la Ilíada y la Odisea —El peligro infinito (2015)—; sobre historiografía y usos de la historia en la construcción de identidades colectivas —Las esencias patrias (2003)—, y sobre las relaciones del mundo grecorromano con la India —Grecia en la India (2008)—.

El libro:
A orillas del tiempo. Historias entre mundos dos mil años atrás ha sido publicado por Ediciones Siruela en su Colección Biblioteca de Ensayo / Serie mayor 141. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 528 páginas.

Como complemento pongo en el siguiente enlace una conferencia de Fernando Wulff Alonso titulada Grecia y la India en la Universidad del País Vasco.

https://ehutb.ehu.eus/video/58c66f63f82b2b1b068b456d


Para saber más:
https://www.uma.es/ciencias-historicas/info/56488/fernando-wulff-alonso/


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