¿Por qué no me seduce ya escribir sobre autoayuda? Porque creo que, con la expresión de mis palabras (abriendo la puerta de su prisión), era a mí a quien ayudaba, aunque sentía la necesidad de compartir por si a otros les servía. Ahí quedan, como testigos, mis cinco libros y miles de reflexiones en línea.
¿Lo sé todo? No. Soy más consciente de mi ignorancia, pero también de mi fortaleza.
Ahora toca jugar con las palabras en otro género, permitiendo que en cada historia, personaje, descripción y escenario vuele en libertad la esencia de lo integrado.