Shin Dong Hyuk y Park Yeon Mi
Había un momento donde el huracán de criticas hacia algunas inexactitudes en la historia de vida de estos dos activistas de origen norcoreano de derechos humanos beneficiaba al régimen norcoreano que utilizaba la mayor defensa suya de esquivar los problemas graves que existen dentro del país como la existencia de los campos de concentración (sean para la gente corriente o presos políticos), torturas físicas y psicológicas a sus propios habitantes como ejemplos claros. No hay duda que Shin y Park han salido de la nada para ser unos promotores visibles de derechos humanos, algo inexistente hace algunos años, pero prontamente fueron criticados por la incongruencia que hubo en sus versiones oficiales.
Estos días han salido en las noticias de Corea del Sur que Shin va a retomar su objetivo de luchar por los derechos humanos desde terceros países. Según él, había mentido algunos aspectos de su vida (que se refleja en su célebre libro) para evitar traumas que padeció en Corea del Norte. Y que el escritor y periodista de The Washington Post Blaine Harden ya sabía la parte modificada de la historia incluso antes de salir el libro. Comprendo la versión de Shin ya que decir partes del pasado más oscuros de nuestras vidas es realmente difícil pero me extraña muchísimo que un periodista de un medio donde se exige una rigurosidad impecable pueda permitir eso. Y en caso de Park también se descubrió su error cuando en la versión que se presentaba en los discursos decía que para enterrar a su padre le bastó solamente una hora cavar con la mano (sin guantes) para tener un agujero suficiente para dejar ahí el cuerpo en pleno invierno. Pero las voces críticas dicen que un ser humano necesita como mínimo cinco horas para tener una abertura en el suelo y que en invierno dicha labor puede incluso durar el doble de tiempo ya que las condiciones no son adecuadas.
Yo solamente espero que ellos dos hayan aprendido la lección lo suficientemente como para saber que para luchar por los derechos humanos hay que decir la verdad por delante. Comprendo que es demasiado doloroso y tenemos que, por nuestra parte, apreciar el valor por todo lo que hacen pero en caso de no hacerlo, esto beneficiaría desgraciadamente al régimen norcoreano que está buscando minimizar a los que luchan por contar la realidad norcoreana. Y también surge una pregunta para la élite política de Corea del Norte: Si tan valiente y completo os creéis, ¿porqué no dejáis que los periodistas o los investigadores puedan estar en el país libremente para poder descubrir la verdad y aceptar vuestros errores pretéritos? El diario de Corea del Norte