Pasada
la primera batalla contra el covid-19, parece momento de continuar este trabajo
de mostrar comparativas internacionales sobre el grado de desarrollo de la
democracia española, al tiempo de ejecutar otras miradas a situaciones del
presente tanto como a rasgos de la historia y mitos, que en ocasiones parecen
acomplejar a españoles al compararse con otros europeos. La publicación del
libro ‘C de España’, se toma como senda para trabajar algunas posturas negativistas
de la historia española, proyectando otras miradas sobre España, tanto desde
dentro como desde fuera, contextualizando y comparando con otros países. Se pretende
mostrar la inserción internacional, tanto en el pasado como en el presente y lo
alejada que se encuentra de imágenes y enseñanzas de Franco. La
realidad, los datos, ponen en duda ideas genéricas respecto a que España
tiene un problema con su inserción internacional, porque sigue las enseñanzas
de Franco. Y que ‘Fuera, la percepción existente sobre nuestro país no
es buena.’ Tal como si la situación actual fuera similar al bloqueo de
postguerra.
Afirmaciones
como las anteriores se creen y difunden sin demostración documental, forman una corriente de opinión manifestada en una sucesión de mensajes dejados caer de vez en cuando, conformando una idea
preconcebida, sobre la deficiente democracia española asimilándola al
franquismo. Dichas frases sueltas forman parte de una
teoría, conforman una postura política que recorre sectores de la sociedad
española, con la idea esencial de afirmar la baja calidad de la democracia a la
que consideran un régimen, pretendiendo descalificarlo incluso con esa
denominación, asimilándolo al Régimen, este sí reconocido, de Franco, a su vez
unidos ambos en esencia a un pasado español, carpetovetónico, clerical,
opresivo, represivo de libertades, bañado de enorme corrupción… -y en el que según ellos, no
participaron los nacionalismos periféricos-. Visto lo cual la gente se pregunta
¿para qué defender esta democracia?
El
desprecio por la democracia española, su minusvaloración es un grave problema,
porque la está dejando en manos de la derecha y derechona, si su defensa no
entra en los ideales de unos, otros se harán sus dueños, así la Constitución
está pasando a ser propiedad de Aznar y su FAES, cuando fueron enemigos
acérrimos de la misma, de lo que significó y de todos aquellos que lucharon por
ella. Este es un problema político de primer orden. Denigrar la democracia y
hacerla aparecer como similar al pasado ante una generación que no conoció el
franquismo, es un error inmenso, todo lo logrado parecerá caído del cielo, o
realizado por ellos, las nuevas generaciones interpretarán que lo que
disfrutamos es lógico disfrutarlo en toda sociedad, incluso le adjudicarán al
franquismo la realización de esta realidad, como vemos en muchas ocasiones en
las redes sociales.
Una
frase que podría ser tomada como una tontuna, conviene tomarla en serio cuando
vemos forma parte de un conjunto de ideas que sintetizan la teoría del
esencialismo de los españoles, como si estuviera predeterminado en nuestros
genes la baja calidad democrática desde cientos de años atrás hasta hoy. Dos
aspectos fundamentales conviene desarrollar, uno es la idealización de la
democracia como sistema, que conlleva como anexo idealizar las otras
democracias, mientras la nuestra es mala, o de baja calidad, las otras son
buenas, o mejores, lo cual habitualmente se afirma sin entrar en comparaciones
concretas, se destacan uno o dos aspectos que pueden contraponer a los
nuestros, pero sin vivir diariamente en esos lugares, sin repasar ni estudiar
sus contradicciones particulares es difícil sostener que sean mejores. Las basuras
o defectos de cada lugar se tapan u ocultan, no aparecen en los análisis y por
descontado en una sociedad tan poco proclive a la lectura, solo queda la idea
simplista recogida en una frase o renglón.
El
otro aspecto a considerar tiene que ver con el repaso que debemos a la historia
de España, tan falto en los escritos de nuestros intelectuales y políticos de
hechos concretos, escritos que en gran parte se apoyaban en opiniones más que
en datos constatables y documentos originales. La tradición de doscientos años
de dictaduras y sombras de nuestra historia, que se toman como ejemplo y/o
muestra de un determinismo que lleva lo español al pozo de la historia sin
remisión, por lo que la realidad actual estaría preñada de basura que habría
que destruir, oculta la otra cara de la misma moneda, que hubo luchas implica
resistencia, lo cual significa enfrentamiento de ideas y fuerzas diferentes en
el mismo territorio, son las luchas entre lo nuevo y lo viejo, por la libertad
y por la mejora de condiciones de vida, como en el resto de Europa.
El
sentido de las consignas que aquí se reflejan, no encuentran apoyo en la
realidad, suenan a antigualla anclada en el franquismo que muchas veces se
embellece al hacerlo coincidir con el presente, lo que conduce a una nebulosa
de inconsistencias. Suena a idea anclada en el franquismo porque la realidad
actual en múltiples enormes diferencias, aspectos que en este trabajo se
manifiestan como comparativas o desarrollando otras miradas sobre pasado y
presente, muestran una realidad muy alejada de aquella sociedad franquista.
Como otras ideas o consignas que se difunden a menudo, representan una postura
política que, si resaltara solamente elementos negativos de la sociedad
española, estaría falseando la realidad. Resaltar las sombras sin dejar claro
la sustitución a favor de qué luces, es una práctica poco útil para mejorar,
poco ilustrada, sin buscar alternativas para corregir los defectos que se
exponen beneficia a sectores derechistas, siendo práctica habitual en redes
sociales y comentarios de bareto, debería ser impropia de intelectuales, activistas,
o políticos.
Este trabajo pretende mirar de otra
forma la historia de España y mostrar otros datos, otras interpretaciones, sin
el complejo de inferioridad que parecen sufrir muchos españoles, a tenor de sus
repetidas manifestaciones poniendo en cuestión la democracia actual como
heredera directa del franquismo, al tiempo que consideran al resto de
democracias europeas fuera del influjo de sus fascismos e imperialismos.
Conviene realizar otras miradas sobre pasado y presente de España que permitan
mostrar errores y corregirlos sin flagelarnos y ponerlos en contexto socio
espacial. Como sucede en todos los países europeos. Esa postura política,
ideológica, filosófica, que considera la historia de España un caso excepcional
en Europa, aparte de falsa, contribuye a hundirnos dejando en manos de la derechona,
nacionalismo excluyente, la elaboración de un discurso carca, la interpretación
de nuestra historia de forma unidireccional, permitiéndoles calificar y definir
interesadamente a los españoles, nuestro pasado y por ende nuestro futuro.
Ni fuimos una excepción de maldad en el pasado,
ni lo somos ahora, las luchas religiosas en toda Europa lo atestiguan, las
brutalidades internas en cada país, la represión de sus inquisiciones
particulares, la persecución de minorías, fueran gitanas o judías, católicas o
protestantes, la explotación colonial, los fascismos… es una constante en la
historia europea. La historia está repleta de luces y sombras en cualquier
parte, en cualquier época, de cualquier persona o país, sacar solo la parte de
las miserias no refleja correctamente la realidad, y facilita la labor de un
nacionalismo excluyente, deja el campo libre para que se apropien de lo
construido por el conjunto de la sociedad con tanto esfuerzo y sufrimiento.
Cualquier sociedad en cualquier época tiene
miserias, todos los individuos podemos chocar con el estado en uno u otro
momento, montones de veces en cualquier país, pero si etiquetamos solamente así
las sociedades, apoyados en montones de tópicos sin apoyaturas en datos, no se
salvará nada ni nadie. No hay ninguna sociedad a salvo, nada más que las nuevas,
los adanismos nacientes, pero, los recuerdos de las utopías pasadas deberían
prevenirnos de los desmanes del ser humano tanto allí como aquí. Los de allí
fueron descomunales. Mejor arreglar lo que tenemos que destruirlo todo.