Revista Cultura y Ocio

A pie de aula 3: un alegato contra el coaching educativo

Publicado el 06 diciembre 2024 por José Almeida @jago2019jose
A pie de aula 3: un alegato contra el coaching educativoHace un tiempo, hablando con una amiga, surgió el tema del coaching y me salió, como siempre, la mala baba. Como resulta inevitable en cualquier charla breve, que no permite los matices y en la que tan solo se esbozan ideas, solo pude transmitir mi desprecio hacia dicha actividad mediante el sarcasmo. Pero en este caso creo que el humor es insuficiente y el tema merece un mayor desarrollo.Vivimos en un tiempo social fuertemente determinado por emociones primarias que se imponen de manera totalitaria sobre cualquier atisbo de reflexión o crítica racional. Es por ello que resulta muy difícil atacar lo que hace o dice una persona sin caer en la ofensa personal por no respetar sus sentimientos. En este sentido, el coaching es el ejemplo perfecto de cómo un sentimentalismo opresivo, que antaño solo envenenaba las relaciones personales más tóxicas, ha terminado por colonizar las relaciones laborales convirtiendo a trabajadores adultos en guiñapos en manos de iluminados.El supuesto éxito de algún coach, siempre con más marketing que realidad, no invalida el principio general: los coaches emocionales son tipos y tipas sin la formación adecuada (o con una formación que no avala ninguna de sus intervenciones) que se arrogan, de manera prepotente, la capacidad de ayudar a otros a sobrellevar las miserias del día a día.Así, desde lo general, llegamos a lo particular, a la realidad de una actividad, el coaching, que sin darnos cuenta ha llegado incluso a nuestros centros educativos a través de docentes con ínfulas redentoras a los que no les basta con enseñar y cuidar a sus alumnos. Ellos necesitan epatar. Hay demostraciones de supuesta empatía que no son más que una forma perversa de ego sublimado.En el ámbito educativo, la confusión es absoluta. Incluso buenas ideas, como los programas de mediación escolar, terminan contaminadas por una emocionalidad huera que prioriza la exposición de una sentimentalidad limitante que obstaculiza la resolución real de los problemas. Pero nadie parece dispuesto a poner freno a este dislate. Tal vez porque a todos nos cuesta ser el que intenta advertir que el emperador va desnudo.En los muchos institutos en los que he trabajado he visto de todo: desde sesiones de mindfullnes de Mercadona, con los alumnos dormitando encima de sus mesas con música suave de fondo, hasta compañeros participando en cursos de formación en los que les inducían a romperse emocionalmente (no hay mejor manera de control); desde charlas externas, permitidas de forma irresponsable por directores u orientadores, que tuve que parar y contener por el tufo sectario que destilaban hasta sesiones en las que el ponente decidió ejercer el rol de la madre de una alumna de 13 años y le animó/obligó a esta a que le dijera, delante de todos sus compañeros, lo que no se atrevía a decirle a su madre.Desde aquí, desde este blog en el que llevo escribiendo tantos años, quiero expresar mi repudio y mi absoluto desprecio hacia el coaching y sus mierdas emocionales. El coaching no solo es inútil sino que es terriblemente peligroso por el imaginario socioemocional (paliativo o competitivo, siempre individualista, enfocado a un "yo" que lo llena todo) que construye.Y los coaches merecen una reflexión final: ¿quiénes son? ¿Cómo llegaron a convertirse en coaches? ¿Qué tipo de trayectoria personal e itinerario laboral les hizo ser lo que hoy son? Cuando uno investiga sobre ellos encuentra siempre cosas muy curiosas. Reconozco que tengo especial debilidad por los jornaleros de la emoción: mindundis que, más que iluminados, lo que hacen es beber de la fuente inagotable del Lazarillo de Tormes.Por ahí andan, por las aulas, comiéndoles la cabeza a los alumnos y también a muchos docentes mediante cursos formativos en los que los abrazos y las lágrimas se convierten en sus instrumentos de control. No son más que vendeburras, vendehúmos, vendedores de crecepelo.
La historia los recuerda. Nosotros, parece, los hemos olvidado.Publicado originalmente en X/Twitter el 4 de febrero de 2022 GMTY

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