Que su editorial en castellano sea Siruela es un lujo que no todos los que escriben en gallego pueden permitirse. Y aunque también las buenas editoriales publiquen alguna castaña, siempre es un aval que una novela en gallego , además de que la compren y lean en su lengua original, se considere digna de traducirse para que la entiendan allende Pedrafita.
Hallábame yo ya un poco cansado de los que consideran que como ésta es una lengua minoritaria hay que proteger a toquisqui que escribe en gallego, olvidándose que los libros sólo deberían dividirse según dos criterios: los que hay que conservar o los que hay que quemar (si puede ser, para encender la chimenea ,como hacía el impagable Carvalho). Así he padecido pestazos infumables de autores bendecidos con fondos públicos, mientras olvidaban algunos que Torrente Ballester era gallego hasta la médula, aunque para rechinar de alguno escribiese en castellano.
Vaya rollo. Bueno, cansado estaba, les decía, y he aquí que me encuentro una novela de polis, que además de que es en gallego y sucede en Galicia, está bien escrita. Así que no recorrerán los barrios del frío Estocolmo ni comerán salmón, tendrán de conformarse con las calles de un lluvioso Vigo (en realidad no llueve tanto) y con los percebes del Elixio (tampoco es mal plan) . Así que les invito a venirse a la húmeda y marinera vertiente atlántica, para que vean como en todos los sitios cuecen habas...