Revista Opinión

A propósito de la Bajada de la Virgen de El Hierro

Publicado el 07 julio 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

A propósito de la Bajada de la Virgen de El Hierro

7 julio 2013 por Naima Tavarishka

No soy muy amiga de las tradiciones populares. Las respeto, cómo no, pero no me emocionan. No sé si mi apatía se debe a todas las fiesta de pueblo a las que fui de adolescente, pero lo cierto es que no voy de aquí a la esquina por un baile de magos, una romería, una feria de ganado, una luchada, un vaso de vino con queso… espera, no, eso no va en esta lista, por eso sí voy a la esquina que sea.

Sin embargo, algunas de estas manifestaciones ancestrales me llaman la atención. Y no, no es ninguno de los cuatrocientos mil actos que cada cinco años en el mes de julio se reproducen en La Palma, cuatrocientos mil actos que he vivido por prescripción paterna y, ya se sabe, a un padre no puede decírsele que no. Se trata especialmente de la Bajada de la Virgen de Los Reyes, en El Hierro, cuya retransmisión, lo admito, me tragué ayer enterita por televisión.

En todos estos años había escuchado conceptos como raya, entrega del trono, caminada, Madre Amada (busquen, señores de la tele y la radio, un sinónimo para la próxima edición y así ir cambiando de vez en cuando)… pero nunca me había detenido a entender en qué consiste realmente este pateo de 28 kilómetros desde La Dehesa de Sabinosa a Valverde al son del típico baile de tambores y chácaras.

Y debo admitir que me gustó, me pareció original entre tantos detalles ese requisito sin el cual los bailarines de un pueblo no relevan la imagen religiosa hasta que los del pueblo de al lado no se funden en el baile y el sonido exacto del que la entrega. No es tanto por la fotografía de ese pasaje folclórico como por esa regla inviolable que perdura a través de los siglos por lo que la Bajada de la Virgen de El Hierro me resulta especial.

Paulino Rivero, presidente del Gobierno de Canarias.

Paulino Rivero, presidente del Gobierno de Canarias.

Luego, a lo largo de las horas de camino, cansancio, fe, tradición y todo lo que se les ocurra… ¡polvo!… de pronto vemos imágenes como esta y la primera pregunta que me viene a la cabeza (¡cuánto me acuerdo de mi abuela Nena, por favor!) es ¿no tendría el hombre quien le dejara una toallita húmeda? 

 


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