Revista Opinión

A propósito de las elecciones de la GLE: La masonería no es divertida ni rancia

Publicado el 06 febrero 2018 por Habitalia

Jesús Gutiérrez Morlote, M.·.M.·.

Admito que los mensajes electorales pretendan simplificarlo todo hasta el punto de situar al adversario en el extremo más incómodo.

Si, mientras apoyamos expresamente a un candidato, decimos que "la Masonería es divertida" o que la Masonería, "como fin último procura la felicidad de sus miembros", y añadimos los hashtags #Noalacaverna, #Noquieroserunrancio o #Novolveratrás, sobran las explicaciones. "Los otros", es decir, los Hermanos que apoyan a un candidato diferente, los adversarios, además de cavernícolas y rancios, quieren una Masonería triste y que persigue hacernos desgraciados.

Son los conocidos principios de simplificación, exageración y vulgarización que tan buen resultado dieron -y siguen dando- ante una sociedad desarmada intelectual y moralmente. Pretendo discrepar desde la razón y la tradición, sin ánimo de ofender y abierto, como no, al desacuerdo.
La Masonería, Hermanos, no es ni divertida ni "rancia", como no es redonda ni verde ni dulce. Pertenece a otra categoría de cosas que no admite esos calificativos. Decir que la Orden es divertida es tanto como decir que un geranio es locuaz o que mi tortuga es liberal. En definitiva, un oxímoron.

Otra cosa diferente es que disfrutemos de la Fraternidad. En mi vida masónica he tenido Hermanos alegres y taciturnos, aunque no pueda decir quienes me enseñaron más ni quienes se me antoja que fueran mejores masones.

Dice la Constitución de la G.L.E que la Masonería "Tiene como objetivo el perfeccionamiento moral de la humanidad y como medio de propagación una verdadera filantropía, con el empleo de costumbres y formas simbólicas". Y esa es, y ha de ser, la referencia para quienes pertenecemos en España a la Masonería Regular.

La Masonería es un método de perfeccionamiento individual y, por tanto, una cosa seria. Por su propia naturaleza es personal e íntima, aunque los Trabajos rituales se desarrollen en grupo. Por eso, la Masonería es, además, discreta.

No es, por lo tanto, un fin en si mismo el de "abrirnos a la sociedad"; puede que con ello solo se pretenda reafirmar que no podemos ser sectarios.
Los Masones Regulares transformamos la sociedad, conseguimos "el perfeccionamiento de la Humanidad" que dice nuestra Constitución, mediante el perfeccionamiento individual, la influencia del ejemplo de cada uno de nosotros. Esa es una diferencia, y no menor, con otras Obediencias que -legítimamente- lo intentan a través de la adopción de posicionamientos de grupo.

La mayoría de los Hermanos de la G.L.E. no pidieron ser iniciados para ingresar en club divertido ni en una sociedad gastronómica.

La Luz que pedían no era de neón, era otra cosa. Para ser sincero, conozco otros grupos más alegres y otras mesas mejor surtidas. Admitamos que, por muy atractiva que sea la pertenencia a un grupo, hay millones de posibilidades diferentes si de buscar entre lo gracioso y lo jovial se trata.

Nosotros somos una pequeña asociación de hombres -libres y de buenas costumbres- que buscan ser mejores mediante la reflexión en torno a los símbolos de los constructores y la práctica de unos rituales centenarios.

Por ello no podemos elevar a la categoría de objetivo de nuestra Orden el de saturar las redes sociales con nuestro alborozo, crear multitud de grupos de chat para jalearnos los unos a los otros y aparecer en los medios de comunicación un día sí y otro también. No. Todo esto puede ser un medio para que la sociedad nos vea con naturalidad, pero no un fin en si mismo.

Porque en ese camino de normalización hemos de mostrar, precisamente, nuestros valores más genuinos. Si, por desgracia, asistimos en nuestra sociedad al triunfo de lo vulgar y lo zafio, no podemos caer en la tentación de conquistar así el afecto de nuestro entorno.

La Masonería tiene valores y está obligada a compartirlos. La Masonería española tiene una tradición respetable. Somos lo que somos. Por ello, trivializar la Masonería en un afán de crecer indiscriminadamente sería, además de desleal con quienes nos precedieron, el mejor camino a nuestro final como Orden para convertirnos en un club de tercera división.

Pero es que, además, los Masones nos queremos. Yo mismo, en una época de plomo no tan lejana, me inicié en una Logia en la que Hermanos de diferentes partidos políticos acudían a compartir Trabajos con sus respectivos escoltas -que aguardaban pacientes en el portal- y allí reinaba la Armonía y la Fraternidad. Esos son nuestros principios, incluso en tiempos de campaña electoral.


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