Vaya por delante que Gilda, lo que se dice Gilda, sólo ha habido una y su carácter poco tenía que ver con la protagonista de la ópera de Verdi. Hacia el año 2000 Angela Gheorghiu, con la colaboración de Riccardo Chailly en la dirección y la Orquesta Sinfónica de Milán sacó en DECCA un disco de arias titulado "Verdi Heroines". Y entre las heroínas que tenían su aria estaba Gilda, la hija de Rigoletto, con su "Caro nome". Ver unidas las palabras Gilda y heroína me chirría un poco. Consultando el diccionario de la RAE es la tercera acepción la que más se acopla al personaje, y por los pelos: Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, y especialmente del épico.
Tratándose de Gilda inevitable es hablar de "Caro nome", una de las arias para soprano más populares, no ya de Verdi, de la historia de la ópera y, aunque tengo mi particular aversión por esta pieza, me parece lógico que haya tenido tanto éxito: una dulce y balanceante melodía, muy pegadiza, casi imposible de olvidar, y una coloratura exigente que hace las delicias de los amantes de la faceta más circense de la ópera (ente los que, en muchos aspectos, me incluyo). Mi animadversión hacia este aria (escuchando a Gencer o a Sutherland olvido mis manías) tiene su origen en su sosez, escasa variación melódica y poco interés dramático. Si ha eso añadimos que es fácil tropezarse con ella en los lugares más insospechados es lógico también comprender que la tenga aborrecida. Lo paradójico es que con el "Caro nome" Verdi delinea muy bien el poco atractivo personaje de Gilda. Poco atractivo pero necesario porque sin su perfil psicológico la ópera, y el drama de Victor Hugo en el que está basada, carece, en gran parte, de sentido.
Con personajes perfectos es difícil construir una ópera que resulte entretenida. Gilda es una ingenua jovencita virgen recién llegada a Mantua (París en la obra de Victor Hugo) que vive enclaustrada por imposición paterna y que desconoce sus orígenes, algo inaudito, no es que no sepa quién era su difunta madre, es que ignora incluso el nombre de su padre, también ignorará el nombre de su amante (el duque de Mantua en Verdi, Francisco I de Francia en Hugo) y cuando lo conozca resultará ser falso (Gualtier Maldè / Studente sono povero), Gilda es la víctima perfecta del padre y del amante.
Los aficionados habitualmente hablamos de ella como el prototipo de tonta entre las tontas del mundo de la ópera (nunca he tropezado con nadie que la defienda). Así que ya va siendo hora de romper una lanza en su favor y reconocer la nobleza y valentía de esta niña que en el drama de Hugo no ha cumplido aún los dieciséis años y decide sacrificarse por el que será el amor de su vida. Es curioso pero en las tres óperas de la denominada Trilogía Popular las tes protagonistas femeninas (Gilda, Leonora y Violetta) se sacrifican por el amor de su vida.
No lo he estudiado a fondo pero sospecho que la muerte de Gilda ostenta un record difícil de superar, junto con la de Leonora en Il Trovatore, debe ser la más larga de la historia de la ópera: es apuñalada por Sparafucile en la escena sexta del quinto acto, tanscurre la escena séptima y en la octava Rigoletto recoge el saco que la contiene, durante la novena el bufón va conduciendo el saco hacia el río (el Mincio en Verdi, el Sena en Hugo) y ya en la décima y última el jorobado descubre que en el saco esta su hija ¡Y todavía vive! Aún tardará seis minutos en morir. Un cuarto de hora más o menos desde la puñalada hasta la expiración.
Escuchamos la parte final del desenlace en una grabación del año 1994 realizada en Amsterdam en un concierto de Navidad en el que participaron Mariella Devia, Renato Bruson, Giuseppe Sabbatini y, en la dirección, Riccardo Chailly: