Revista Ópera

A propósito de Rigoletto (IV) - Seguimos con Gilda. Diana Damrau

Publicado el 01 octubre 2012 por Maac @Elblogdemaac
A propósito de Rigoletto (IV) - Seguimos con Gilda. Diana Damrau
El punto de inflexión en Rigoletto, y en el retrato musical y psicológico de Gilda, viene marcado por los episodios del rapto y posterior violación de la adolescente, que coinciden con el final del primer acto y el inicio del segundo.
Cuando en el segundo acto se abre la puerta de los aposentos del duque y Gilda se lanza a los brazos de su padre, Verdi deja constancia de la determinación (o pérdida de candidez) que ha adquirido la joven tras la brutal agresión sufrida y exige de la soprano una tesitura algo más central y escasas visitas a la coloratura en una amplia y bien delineada melodía que está cargada de melancolía, la situación no es para menos. Gilda, apoyada por el oboe, inicia su racconto, en el que relata como, cuando visitaba la iglesia para la misa, se le aparecía un joven que terminó, momentos antes de ser raptada y conducida al palacio, declarándole su amor. Conforme va aumentando la tensión de los hechos narrados la música lo va haciendo en la misma medida.
A continuación se desarrolla un lírico dúo soprano-barítono que es un claro precedente del que tendrá lugar en La traviata entre papá Germont y Violetta. La muchacha a partir de aquí sufre una especie de síndrome de Estocolmo, su objetivo será opuesto al del padre, salvar al violador. Y así, tras la reaparición de Monterone, que aparece para recordarnos el asunto de la maledizione, termina este segundo acto.
Gilda es un personaje que ha terminado identificándose con las sopranos lírico-ligeras, lo que acentúa el carácter infantil e ingenuo del personaje. Si no quieres caldo, dos tazas. Parece ser que en origen solía ser interpretado por un tipo de soprano algo, o quizás bastante, más dramática, siguiendo la tónica general de las heroínas del belcantismo romántico italiano. Maria Callas podría representar un ejemplo de esta opción más dramática, quizás sea preferible aligerar un poco, entonces aparece Renata Scotto, una lírica, perfecta en intención y canto pero con unas ascensiones al agudo poco respetuosas con nuestros pobres  tímpanos. Y aquí paro porque no es mi intención hacer un recorrido por las intérpretes del personaje.
De las intérpretes actuales la palma se la lleva la alemana Diana Damrau que piensa debutar La traviata en el Met durante la primavera del 2013. Por cierto, alternará el personaje con Gilda. Y es que Damrau es, hoy por hoy, la Gilda oficial del Met. Con Violetta, Damrau es consciente de que tocará techo en el repertorio verdiano, imposible ir más allá. De lo que estoy seguro de que el primer acto lo bordará. Damrau adora el personaje de Violetta, ella dice que se aficionó a la ópera tras ver la película de  La traviata  dirigida por Franco Zefirelli.
Os dejo su angelical Gilda (¿demasiado poética?) acompañada por el Rigoletto del serbio Željko Lučić:

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