La verdad es que reconozco que mi sensibilidad con muchos asuntos ha llegado a su límite, me di cuenta en estos días cuando ponían un programa recordando los asesinatos de ETA en los 80 por TVE. Y me di cuenta porque no había llegado ni a la mitad de programa y tuve que cambiar de canal. A pesar del tiempo y de no ser víctima directa del terrorismo era tal la indignación y la mala leche que se me ponía escuchándolo que decidí dejar de verlo. Y decidí dejar de verlo cuando en el programa relataban uno de los asesinatos de ETA, un niño de 12 años que estaba en el portal de su casa pidiéndole a su madre que le bajara el bocadillo cuando en ese momento pasaba la policía por delante de él, al terrorista le importaba un bledo que estuviera el niño e hizo estallar la bomba destrozando a la pobre criatura.
Pero mi sensibilidad hacia todo el tema etarra quizás esté a flor de piel puesto que, a pesar de no haber sido víctima directa de ellos, he vivido prácticamente todos y cada uno de sus atentados. Yo nací en 1.968 y he ido creciendo viendo por televisión las consecuencias de los atentados de ETA , he sido una víctima indirecta como muchos otros niños y jovenes de mi edad. Por eso me llama tanto la atención la indiferencia de la sociedad actual ante ese sufrimiento que muchos sufrimos de una forma directa o indirecta. Que le pregunten a cualquiera de mi edad lo que era levantarse para ir al colegio por las mañanas y, mientras desayunábamos, llegar la noticia de casi todas las mañanas: “nuevo atentado de ETA”. Ya sólo quedaba esperar después a ver a quien y a cuantos habían matado.
Por eso me llama mucho la atención la indiferencia con que muchos de los que ahora son los hijos de personas de mi edad que,como yo, crecieron con eso ven a ETA. Y decir indiferencia es mucho porque muchos de ellos lo ven como con una especie de cachondeo y de falta de importancia que exaspera. A mi no me hace falta haber vivido la guerra civil española, o la primera o segunda guerra mundial para darme cuenta que tuvieron que ser terribles, a estos imbéciles parece que sólo les entran las cosas en la cabeza cuando les afecta directamente a ellos. Si ETA no ha matado a ningún amigo mío o familiar no me afecta, es como si no hubiera existido.
Y todo esto viene por el chistoso que hace las gracietas en el programa de televisión de “La Tuerka”, todo esto viene por ese resultado de la bollería industrial que se llama Facu Díaz, que tiene de gracioso todo lo contrario a lo que tiene de imbécil, que es mucho. El tal Facu, vaya con el nombrecito del peso pesado, hace un gag, por llamarlo de alguna forma, para atacar al PP caracterizándose como si fuera un etarra, con toda la parafernalia de los comunicados de ETA. Este hecho ha sido, lógicamente, denunciado por Dignidad y Justicia y el juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, ha imputado a este resultado genético de la mezcla del Bollycao con el Donut.
Rápidamente Pablo Iglesias se ha puesto en marcha para denunciar este ataque contra la libertad de expresión y ha movilizado a todos sus borregos a través de Twitter, ¡Ar! Y acto seguido toda su masa borreguil a defender ese supuesto derecho a la libertad de expresión y a atacar a todo el que estuviera a favor de la imputación de este luchador de Sumo. Aburre ya decirlo pero habrá que seguir repitiéndolo porque mucha gente no se entera, la libertad de uno acaba donde empieza la libertad de otro, acaba donde otra persona puede sentirse dañada y atacada. El terrorismo de ETA es un asunto que ha afectado y afecta a muchas personas, ya sabemos que a Pablo Iglesias no le afecta porque para él tenían en el fondo motivos políticos. A Pablo Iglesias y su rebaño lo único que les afecta es cuando el perjudicado es de una ideología afín, de lo contrario les importa un rábano, y eso es lo que les importa los atentados de ETA y la muerte de un niño que le iba a pedir el bocadillo a su madre, un rábano.
Vivimos una época muy extraña pero en la que se ve claro el objetivo de algunos, ese objetivo es la destrucción de España como sea. El asunto de ETA es una pata más que esos enemigos de España quieren destruir. Esa gente para destrozar España necesita muchas cosas, necesita un supuesto líder populista, Pablo Iglesias, y mucho imbécil que le haga caso, sobre todo mucho imbécil, porque cualquier opción política es respetable, mientras esa opción respete a las demás, y a los que la siguen. Los seguidores de este líder de chichinabo creen que están luchando por la libertad, por el pueblo y por no se cuantas chuminadas más de las que les cuenta el coletas y lo único que están haciendo es cavar su propia tumba, nuestra propia tumba. Ahora leerán esto y, no sólo se reirán de mi, también me insultarán pero, por desgracia, no tardaremos mucho en ver esas nefastas consecuencia mientras siga todo igual, mientras sean los imbéciles los que vayan ganando.