¿Que diré de usted, que no se sepa?, que no lo sepamos todos, conocemos su rostro, su sonrisa hipócrita, sus modales y su puesta en escena. Sabemos que usted por unas u otras razones, no nos entiende, o quizás no quiera entendernos, y es lógico, se encuentra a una distancia de años luz de nosotros, y aunque merodea por nuestra casa, tan sólo es un fantasma .
Lo conocemos, ya se lo dije, lo conocemos muy bien, sabemos por ejemplo su nombre, su edad, su sexo, quién alimenta su panza, e incluso quién le dirige.
Usted no es nada, ¿lo sabe verdad? no es más hombre que nosotros, pero si más cobarde, más traicionero, una sanguijuela que posiblemente en un tiempo formó parte de nuestra familia, pero que dejó de serlo el día que compraron su conciencia y se convirtió en un esclavo, un sumiso esclavo servidor de sus amos.
Pero esto no es nuevo y usted lo sabe, se viene ejerciendo desde el principio de los principios, los gusanos como usted siempre han existido, y ellos, vuestros amos, se aprovechan de ello para colocaros en esa posición aparentemente privilegiada, cuyo cometido no es otro que el de la explotación y manipulación de los seres humanos que de alguna forma pusieron su confianza en usted.
Usted es un inmoral, ¿lo sabe verdad?, amparándose en la confianza de un pueblo, desarrolla la peor de las corrupciones, siembra el hambre, las guerras y la desconfianza entre su gente, y las dirige hacia un mundo mecanizado e insolidario, un mundo marcado por sus amos y que usted, orgullosamente y sin ningún tipo de escrúpulos dirige a la perfección.
Hoy, ¡no!, no voy a cometer la torpeza de dirigirme a usted intentando que comprenda las razones de mi escrito, sé que no es posible, su sueño posiblemente sea más profundo que el mío y no me entendería.
Hoy no le daré esa satisfacción, no me dirigiré a usted como a un ser humano, no se lo merece, hoy intentaré mostrar una total indiferencia a sus reflexiones, sus opiniones, y a su eterna sonrisa. El color de su camisa no lo tendré en cuenta, tampoco tendré en cuenta su color de piel, no tendré en cuenta sus promesas, tampoco sus amenazas.
Hoy no me hará jugar al juego que más le gusta, hoy me quedaré quieto, no parado, observaré su rostro fijamente, retrataré su sonrisa en mi mente para que nunca más pueda camuflarse ni adentrarse en mi casa.
Porque usted, no es nadie, ¿lo sabe verdad? es sólo un parásito, una marioneta del amo de su amo y como tal, hoy tan sólo merece mi desprecio y mi silencio.