A Nikolaj Arcel, el director de esta película de época, le gustan las chicas guerreras. Lo que no es de extrañar cuando se ha colaborado en el guión de Millennium (serie sueca de televisión y versión noruega en gran pantalla). Lisbeth Salander es una de las mejores chicas malas que la ficción ha regalado a nuestra imaginación, pero la realidad siempre la sobrepasa, con indiferencia de la clase social o la época histórica. Y Carolina Matilde de Hanóver (nombre más pijo no se puede imaginar), princesa de Gales y hermana del rey Jorge III del Reino Unido, también se las traía en 1766.No se puede imaginar un formato más clásico y una realización más ortodoxa en una película actual. Pero a fuerza de planos perfectos, montaje convencional y ritmo armonioso, lo nuevo clásico podría pasar por lo actual moderno. Hay tanto cine en este “asunto real” que hasta la escena del baile en la gala de palacio, que no puedo faltar desde El gatopardo de Luchino Visconti en toda película de época que se precie (escena que el genio italiano tardó ocho semanas en rodar), no resulta ridícula pese a su amaneramiento.La historia, que les gustaría tanto a Sofia Coppola como a Stéphane Hessel, narra las peripecias de una joven reina en un país extranjero. Ilusiones, intrigas y amoríos en una Europa prerrevolucionaria que, gracias, a mentes adecuadas en el lugar oportuno establecieron las bases de todos los derechos sociales que hoy, tres siglos después, están desapareciendo poco a poco.Nikolaj Arcel, en su cuarta película, muestra su habilidad particular para retratar toda una trama social, sin perder de vista los sentimientos más profundos de los protagonistas. El director y guionista sabe manejar las masas con la misma inteligencia que las escenas de pareja. Pero sobre todo brilla por su magnífica capacidad para escribir una historia que tiene, diría, tanta vigencia y actualidad hoy como en su época. Asunto que no escapó al inteligente jurado berlinés que, en su última edición, la atribuyó dos premios muy importantes: guión y mejor actor.Y tampoco sería de extrañar que se cuele entre las mejores películas de habla no inglesa en los próximos Oscars (el año pasado, Nader y Simin, una separación, realizaron el mismo viaje, de Berlín a los USA. A royal affair se enfrenta a un peso pesado pero, quizás, demasiado “europeo” para los académicos americanos: Amour de Michael Haneke).Todo el mundo podrá disfrutar de este actorazo que es Mads Mikkelsen, el Robert De Niro nórdico. 16 años de una excelente carrera que se inició con la trilogía Pusher, de su cineasta fetiche, Nicolas Winding Refn (director de Drive).Sin embargo a mí quien particularmente me emociona en esta película es su actriz principal: Alicia Vikander. Hace un par de años la descubrí en su primer papel en una película sueca, Pure, que gracias a ella la convirtió en una maravilla. De hecho quería hablar de aquella película hace tiempo, como de Wrong, 278, Laurence anyways, Compliance, La magasin des suicides y tantas otras… pero bueno ése es otro asunto. De todas formas, recordad este nombre, Alicia Vikander, 24 añitos. Tengo la impresión de que vamos a ver muy a menudo a esta actriz sueca.