En el correr del año 1992, transcurridos ya más de cien años de cometidos los crímenes de Whitechapel, y cuando lentamente se iban extinguiendo los ecos producidos por un aluvión de publicaciones de libros y notas periodísticas que el centenario de aquel misterio concitara, otra noticia a su respecto vino a revolucionar el ambiente. Se dio difusión a un diario personal adjudicado a la pluma del mítico asesino secuencial de postrimerías del siglo XIX: Jack el Destripador. Este diario lucía escrito sobre las páginas de un álbum destinado a fotografías y postales al cual le faltaban varias de sus hojas iniciales.Su posible redactor lo constituía un adinerado industrial algodonero que en su época residiera en la ciudad inglesa de Liverpool y que había fallecido bajo circunstancias confusas en el mes de mayo de 1889. Su nombre: James Maybrick.La credibilidad que merecería este presunto diario íntimo fue puesta en tela de juicio ya desde el comienzo de ser desvelado su texto. ¿Se trató de una burda falsificación? O, por el contrario, ¿nos encontramos frente a un documento atendible y –por tanto- sensacional? El diario de Jack el Destripador fue publicado finalmente por la editorial Smith Gryphon Ltda en el año 1993 con un extenso comentario de la escritora Shirley Harrison contratada al efecto. En dicho libro se ofrece una ampliación de la espeluznante foto tomada al mutilado cadáver de la desgraciada meretriz donde un poco por encima del cuerpo yacente sobre la cama es posible apreciar con relativa nitidez una forma que semeja el perfil de una letra “m” mayúscula, y a la izquierda aunque no ya tan nítida, parecería haberse garabateado una consonante “f”, también mayúscula.

Escalofriantes fotos de las victimas
Según narra el diario, la cónyuge del presunto autor –la hermosa y casquivana Florence Maybrick- fue la causa de los celos que incitaron la demencia homicida de James Maybrick, “f” y “m” constituían, pues, sus iniciales. Y tales iniciales son las que se pretende que el asesino dejó pintadas en sangre en la pared de aquella habitación antes de huir. En su supuesta confesión, el hombre habría hecho constar que la infortunada Mary Jane Kelly le traía recuerdos de su adúltera esposa. Los desconcertantes trazos sanguinolentos en forma de letras “f” y “m” estampados encima de aquel muro encartan una seria y válida interrogante. ¿Cómo en el diario fue posible hacer mención a estas iniciales si ninguna información de la presencia de tales letras se poseyó sino después de realizada la publicación del manuscrito en el año 1993?Deviene igualmente bastante novedoso el terrible dato de que el asesino le arrancó el corazón a Mary Jane Kelly. Este hecho fue omitido de la lista interna confeccionada por la policía, y los médicos forenses actuantes fueron cautelosos al respecto y también lo callaron. Aparentemente, por ningún conducto se podía saber que el cadáver de aquella desgraciada difunta fue profanado de tan cruel manera pero, pese a todo, en el escrito se formula una mención al robo de ese órgano. Al llegar casi al final de su redacción se deja constancia: “…Esta noche rezaré por las mujeres que he asesinado. Que Dios me perdone los actos que cometí con Kelly, sin corazón, sin corazón…”
James Maybrick y un boceto de
la epoca del sospechoso
