Revista Opinión

A Silvia

Publicado el 30 julio 2018 por Carlosgu82

A Silvia

¿Por qué a verte volví, Silvia
Querida?
¡Ay triste! ¿Para qué? ¡Para trocarse
Mi dolor en más triste despedida!

Hace ya varias semanas, recordando un viejo yaraví. Del distinguido Mariano Melgar, retornan a mí los más dulces recuerdos, de mi juventud y época escolar en la secundaria. Aquellos primeros romances con la literatura y de mejor excusa para enamorar.
Camino rumbo al trabajo y por la tarde a la universidad, reparo de casualidad en un panel del distrito de Miraflores. Leo en uno de ellos. El tan mencionado yaraví, “¿Por qué a verte volví Silvia querida? “De nuestro ilustre maestro Mariano Melgar. Y con tal lectura me estaciono en el tiempo, recordando aquella muchacha, de mi salón de clase y unos de mis extraños romances juveniles.
Silvia aquella linda muchacha provinciana, si mal no recuerdo de Huancayo. Hermosa como toda mujer en su primavera de juventud, poseedora de un cuerpo envidiable, figura que no pasaba desapercibida entre todo el centro educativo. De rostro angelical, bellos ojos y esa fina característica de toda mujer de provincia. Ojos hermosos y ese fino toque de inocencia.
De inteligencia brillante, pues era uno de los primeros puestos del salón, amada por unos y envidiadas por otras. En los vaivenes del estudio y especialmente de las clases de literatura, mera casualidad nos asignan el estudio de tan mencionado poeta Mariano Melgar. Y yo aprovechando la ocasión me dispuse a formar grupo de estudio con ella, que mejor oportunidad de estar a su lado y tratar de llegar a ella, de poder siquiera intentar ser su amigo y quizá algo más.
En los días subsiguientes sí que pude coincidir en varios aspectos con ella, cayendo en cuenta que era una chica, que llamaba la atención .no solo por su garbo y belleza juvenil, sino también por su atención a la hora del estudio y tema en mención. A medida que avanzamos en el desarrollo del tema, caí en cuenta que me agradaba estar a su lado, ¡me gustaba, valga la verdad que me llamaba más que la atención y me estaba enamorado de ella! Creo que ella en ese momento también sentía lo mismo.
Clases van, clases vienen. Reuniones de trabajo y más. Un día decido invitarla a salir. Quizá a un parque, un helado. La oportunidad era salir y conocernos. Debo confesar que apenas acepto mi propuesta.me sentí el hombre más feliz y envidiado de la tierra, pues salir con Silvia era lo mejor que podía sucederme en ese momento. Acordamos día y hora. Sería un sábado por la tarde. Comencé a planear nuestro itinerario ¿Qué sala de cine, sería el apropiado? ¿Taxi o bus? ¿Terno o formal? ¿Paso por ella o la encuentro en un lugar? ¿Podré besarla o es muy pronto? ¿Tendrá hermanos? ¿Sus padres nos acompañarían? Vaya que era difícil ordenar mis ideas. Decido acudir a los más experimentados de mi familia. Elijo solo a uno mi tío Alfonso.
Viejo amante de la libertad, de cabellera larga y bien cuidada rayos de luz, mejor dicho sus primeras y llamativas canas. Dueño de una personalidad avasalladora con las mujeres. En alguna ocasión fui testigo de algunas situaciones amorosas de Alfonso. Versaba a poetas y en ocasión con su vieja y desafinada guitarra, lograba que las chicas se fijarán en él .pero también fui testigo de algunas rencillas entre sus chicas de esa ocasión. Llegando en ocasiones a elegir solo una para disfrutar de su tiempo y amoríos. De sus versos y canciones melancólicas que conquistaban a las féminas.
Le pido consejos de cómo actuar en una primera cita.me alcanza algunos tips, como no dejar de ser caballero, abrir las puerta del taxi, ofrecer mi mano para que pueda bajar del auto. Cederle el paso, galante, no dejar de pasar algún detalle. Hablarles bonito, recitarle algún verso o poema. Y sobre todo muy importante presentarme a sus padres, de traje y bien pero bien aseado. Traje para tal ocasión y cita. (Esto me llamo la atención. Pues Alfonso solo le conocía su viejo y rasgado jean) Debo confesar que esto me asusto un poco, pues era nuevo para mí ya que en otras ocasiones de cita, solo me preocupaba del momento y estar en buena onda con ellas.
El día de mi cita, me presento en su casa de Silvia, me recibe sus padres y hermanos.me llama la atención el hermano mayor, pues poseía unos bien torneado brazos, al mejor estilo de un boxeador, es quien primero me estrecha la mano y vaya que pude sentir su viril fuerza. Luego sus padres en la sala empiezan el temido interrogatorio. ¿Dónde asistirán? ¿A qué hora volverán? ¿Paso por ustedes? ¿Qué edad tienes? Solo la voz de Silvia, salva el momento con la exclamación: ¡Papá! Solo así se calman las aguas, mientras pensaba solo iremos al cine, un helado y ya.
Nos retiramos y enrumbamos hacia el centro de Lima, en el taxi trataba de calmar los nervios y sobre todo tratando de no arrugar el traje de mi hermano. El que tome sin que se diera cuenta de ello. Al observar mi nerviosismo y yo tratando disimular, es que ese momento Silvia posa su mano en la mía, yo me sentía en el cielo.bajamos de la movilidad e ingresamos al cine “Metro” el mejor de lima en su momento. Observo la cartelera para fingir ser un buen cinéfilo.
Sugiero la película “Tiburón “para aprovechar de cada escena de suspenso, ser su salvador y mejor consorte a sus temores que causaría la película. Ella sugiere otra cinta “La llama del amor” verdad que no la conocía y sobre todo de un director del cual nunca pude ni siquiera pronunciar su nombre. A pesar de ello y no a mi gusto, recordando los tips, de Alfonso ingresamos .compro los boletos, el popcorn, gaseosas, chocolates y más artículos comestibles para la bien amada Silvia. Todo bajo su fina y bien conocedora sugerencia en estos menesteres. Ya en sala nos ubicamos, empieza la película y en medio de esta logro observar la atención que ella prestaba al desarrollo del film, algunas pequeñas lágrimas ruedan por sus bellas mejillas. Aprovecho y con delicadeza y fino pañuelo enjuago sus lágrimas. Logro posar unas de mis manos sobre las de ellas, me mira tiernamente y recuesta su cabeza sobre mi hombro, yo en el cielo.
Así quedamos hasta el final de la película, y yo pensando en declararle mi tormentoso amor.se encienden las luces y algo llama mi atención juraría que su hermano estaba presente también en la sala, pues no me equivoque, se encontraba con un grupo de sus amigos. Discretamente suelto su mano, ella pregunta con su mirada, solo atino con un leve movimiento de cabeza señalarle la presencia tan “especial” de su hermano. Sugiere no prestarle atención y decidimos escaparnos de allí. Salimos decididos al jirón de la unión, pues entre tanta gente es imposible que nos volvamos a topar con él.
Logramos situarnos en una heladería muy discreta, tomamos algo, nos calmamos logramos charlar y entre mis galanterías recito un yaraví, que a letra reza así:
¿Por qué a verte volví, Silvia
Querida?
¡Ay triste! ¿Para qué? ¡Para trocarse
Mi dolor en más triste despedida!
Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
Me presenta más dulce el bien que pierdo:
¡Ay! ¡Bien que va tan pronto a disiparse!
Ella con total atención y yo embobado logro robarle un beso, confieso todo lo que sentía y sobre todo diciéndole y jurando los más bellos y puros sentimientos. Asegurándome que no nos observara su tan temible hermano. Esa noche nos hicimos enamorados. Vuelvo a casa feliz de la vida, dispongo a devolver aquel traje y a descansar y pensar en tan bello amor. Los días subsiguientes fueron geniales, solo nuestras miradas discretas nos decíamos todo. Logramos exponer el tema de literatura Mariano Melgar siendo el desarrollo de esta la mejor presentación.
Pasó el tiempo y nuestro amor se hizo más grande, en una de nuestras salidas después de clases, yo la esperaba en la esquina como siempre hasta ese sorprendente momento, en espera percibo una mano que me aprieta, y deseando no equivocarme, ¡era el hermano de mi bien amada Silvia! Sudo frio giro para poder verlo, veo unos ojos grandes, penetrantes como las de un león dispuesto a devorar a su presa.
Temo por mi vida, esperaba el golpe certero final, aquel que acabase con mi corta existencia.se acerca y pregunta ¿Tú? Pensé en huir, gritar, pero todo estaba ya escrito, ese día perecería, no sin antes ver por última vez a Silvia. Solo deseaba ver su bello y delicado rostro. En ese momento sentí una sacudida rodé por tierra, no sé cuántas vueltas fueron, ni cuantas veces caí al suelo. Pensé en luchar huir, no sabía de qué manera podría escapar de tan feroz sacudida, en medio de las volteretas deseaba encontrarme con la mirada de Silvia, y solo encontraba en cada vuelta la mano del feroz energúmeno de mi cuñado, si es que en algún momento lo seria.
Acompañadas de las risotadas de sus colegas de este mi cuñado, logré zafarme de tan vergonzante momento, quiese enfrentarlo en mi inocencia, me encara y dice ¡No deseo que vuelvas a verla ,no te acerques a ella nuevamente¡ en medio de mi desconcierto le grito ¡La amo! Y solo de respuesta recibo una voltereta y ¡zas ¡otro mazazo que me adormece por completo. Aparece Silvia trata de salvarme me pide que luche ¡lucha por mí! Y solo deseo irme a casa. No sin antes con una piedra reventar la cabeza de tan salvaje agresor, solo así pude zafarme.
Pasados los días, semanas y tratando de hablar con Silvia es que logro concertar una cita, frente a frente disimulando los rastros de tan feroz batalla, con cremas de maquillaje de mamá. Ella me reprocho no haber dado batalla pero la diferencia era abismal con su hermano, discutimos yo trataba de calmarla y salvar lo nuestro, aun fuese necesario volver a enfrentar a su hermano. No llegamos a ninguna acuerdo, esa tarde tristemente corto conmigo. A pesar de insistencias posteriores nunca pude lograr nada. Cartas, llamadas a casa, en clase notitas, hasta que un día finalmente contesto.
Me pidió que por favor, ya no la buscase más, que era lo mejor para ambos y que sobre todo se marcharía con su familia, a un lugar del país, que jamás mencionaría, entendí ese día mi inexperiencia, mi cobardía, y el no saber pelear por alguien. Tristemente también abandone la escuela, pedí a mis padres la reubicación a otra entidad. Desde ese día nunca más supe de ella.
Hoy, de salida de la universidad .me provocó ir por el jirón de la unión. Coincidentemente a la misma heladería de antaño, me ubico en una mesa, pido la carta y señalo unos helados a la orden. Toda la nostalgia me invade, cuando algo me jala mi atención, mejor dicho una persona, pero me equivoco. Dispuesto a comer esos helados una mano me tiende la mesa. Yo distraído no me percato. Dispuesto una vez más a empezar el rito del helado, es que sorpresivamente este ¡me lo sirven en la cabeza!
Me incorporo para presentar mi enérgica protesta, me sorprendo de aquella misma mirada y rostro de ayer ¡Silvia! Dueña de La heladería. Rio mejor dicho grito de alegría y furor, no sin antes saber si su hermano estaría vigilante. Nos sentamos, nos abrazamos, charlamos.me cuenta de su familia. De su hermano .sus padres enterados de ese suceso lo castigan y envían al ejército, hoy es un afamado general, hoy residen en lima.
Aprovecho la oportunidad para conversar “de ese día”. Ella me dice otro momento, el helado va por cuenta de la casa. Reímos. Debo señalar que hemos salido como antes, intentando recuperar el tiempo ya ido. Hoy he podido abrazarla y recitarle al oído, de una vieja carta que aún conservo:

YARAVI POR QUÉ A VERTE VOLVI SILVIA QUERIDA

¿Por qué a verte volví, Silvia
Querida?
¡Ay triste! ¿Para qué? ¡Para trocarse
Mi dolor en más triste despedida!

Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
Me presenta más dulce el bien que pierdo:
¡Ay! ¡Bien que va tan pronto a disiparse!

¡Oh, memoria infeliz! ¡Triste recuerdo!
Te vi… ¡qué gloria! pero ¡dura pena!
Ya sufro el daño de que no hice acuerdo.

Mi amor ansioso, mi fatal cadena,
a ti me trajo con influjo fuerte.
Dije: «Ya soy feliz, mi dicha es plena».

Pero ¡ay! de ti me arranca cruda suerte;
Este es mi gran dolor, este es mi duelo;
En verte busqué vida y hallo muerte.

Mejor hubiera sido que este cielo
No volviera a mirar y sólo el llanto
Fuese en mi ausencia todo mi consuelo………..

Mariano Melgar


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