Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son de las personas que no nos han comprendido. Benito Pérez Galdós.
La presencia de la presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo y el todavía tlatoani Andrés Manuel López Obrador despertó grande expectativa, sobretodo porque alguien estuvo dirigiendo una serie de trascendidos magnificando una supuesta controversia entre el círculo cercano de la próxima jefa de la manada y el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona. Vamos por partes, primero la gira del adiós, Andrés Manuel no se le nota muchas ganas de irse, como que ya se “encariñó” con el pedestal, y no lo culpo, después de tantos años persiguiendo el sueño, ahora le salen con que nada más se pueden seis años, pues muchos creen que todavía le salimos debiendo. Y de no ser por un mínimo de cordura, sentido común -o no se qué- el líder del movimiento por la cuarta transformación se hubiera reelegido las veces que quisiera. El país está dividido, por un lado están los que odian al presidente Andrés, luego los que no lo toleran, más allá, los que no lo quieren pero igual lo ignoran y siguen con su vida. En lo más alto de la pirámide del orgullo está “el pueblo bueno”, esos que apoyan incondicionalmente el reparto de los fondos patriotas que permiten paliar la pobreza.
Total que como en otras giras, el equipo de logística de las giras presidenciales se encargó de los últimos detalles, el respetable dividido en dos partes, verdes para la izquierda y color guinda “pa’l otro lado”. El discurso de Marcelo Ebrard con toda la intención de exaltar el patrioterismo mexicano ante la inminencia del arribo al poder de Donald Trump. Digo, hace seis años al carnal Marcelo le correspondió encabezar la misión negociadora ante la amenaza del entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica de gravar con hasta un 25 % todo aquel producto mexicano (o maquilado acá) que atravesara la frontera. Francamente Donald Trump después de haber sobrevivido a un supuesto atentado contra su vida, anda insoportable, así que nada le asusta, ni siquiera una revisión del tratado de libre comercio que existe entre las dos naciones y Canadá. Total que el tío Donald de un estúpido no bajó al recién nombrado embajador de la buena suerte, el carnal Marcelo todavía se hizo el valiente en la red social y la presidenta le dio la bendición, Dios que te bendiga y ojalá te vaya bien. Va ser necesario mucho más que un discurso para enfrentar los embates de un presidente que de ganar la elección de noviembre no se anda con titubeos y nos va recordar que todavía le debemos un muro aunque sea de adobe.
Ahora sí, el cotilleo, mucho se ha maliciado que fue el gobernador Gallardo y no la pésima negociación y posteriormente la terrible incapacidad para organizar campaña al senado lo que determinó la derrota de Morena en la elección al senado de la república, total que en un resultado cruzado y por demás inusual se vieron beneficiados el alcalde Enrique Galindo Ceballos quien buscaba la reelección y Verónica Rodríguez, ex dirigente estatal del partido Acción Nacional y ahora flamante senadora de la república, -otra que antes me hablas. Al final sí era importante echarle “ganillas” a la campaña de doña Rita Ozalia Rodríguez, primero porque en el recuento de los daños, la coalición de partidos que apoyan a la cuarta transformación se quedaron muy cerca de obtener la mayoría calificada en la cámara alta, y segundo porque precisamente su hermana Rosa Icela Rodríguez resultó agraciada con la confianza presidencial para ocupar la secretaría de gobernación -ni más, ni menos. Desde ese día el gobernador no ha parado de recibir amenazas veladas y miradas obscenas, la frialdad en la política mexicana puede ser letal, en las manos adecuadas la intriga es como el veneno de una serpiente de cascabel. Rita por su parte ha recibido diversas muestras de cariño y el apoyo incondicional de personas que sin ningún interés malsano quieren que les comparta el contacto de su hermana y quizás, hasta los recomiende para una delegación federal, aduana o capitanía de puerto.
En el evento magno de la gira del adiós alguien le avisó a la presidenta de México que sobre la valla como cualquier hija de vecina se encontraba la famosa Rita Ozalia, la doctora Claudia -como cariñosamente le gusta que la llamen- corrió al encuentro -cuál escena dramática de película mexicana de mediados del siglo XX- de su amiga Rita fundiéndose en un abrazo tan emotivo como sorpresivo que dejó atónitos a propios y extraños, afortunadamente quedó guardado en un video que después se difundió con sigilo. “Será el sereno” -como decía mi abuela- pero bastaría con el saludo efusivo de una presidenta de México para que un halo de pureza y riqueza se coloquen alrededor de una persona y ahuyentase la mala suerte. No sé quién está asesorando al gobernador pero un gesto de humildad alejaría las malas energías, difícil es decir lo siento -si alguien sabe de eso soy yo. En lugar de hacerse el ofendido y “andarse por la esquinas” debería enviar tributo y emisarios, -los que sean necesarios- antes que el día de la toma de protesta de la doctora se vaya extraviar su invitación o lo manden a gayola, la cosa está en ofrecer un sacrificio a la diosa del volcán y conseguirse una buena celestina -esa fórmula nunca falla. Todo por ser vil se acaba.