A los 85 años, el hombre vive para contarla. Puede decir, por ejemplo, que Cien años de soledad ya se puede encontrar en plataformas y librerías digitales. Y también, que Memoria de mis putas tristes llegará a las pantallas de cine. Se trata de dos broches exitosos en vida con recorrido por Colombia y otros puntos de la aldea global. Con amigos como Fidel Castro y polémicas con su colega Mario Vargas Llosa. Y un momento eterno al que le puso letras en su crónica El Juramento. Un momento en el que Gabriel García Márquez, el personaje de este post, se rindió a “esa religión dominical del fútbol”. “El primer instante de lucidez en que caí en la cuenta de que estaba convertido en un hincha intempestivo, fue cuando advertí que durante toda mi vida había tenido algo de que muchas veces me había ufanado y que ayer me estorbaba de una manera inaceptable: el sentido del ridículo. Ahora me explico por qué esos caballeros habitualmente tan almidonados, se sienten como un calamar en su tinta cuando se colocan, con todas las de la ley, su gorrita a varios colores”.