A ti, que hace apenas unos días eras sólo tú y ahora andas dividida entre tu yo y el suyo.
A ti, que acabas de entrar de lleno en la maravillosa vorágine que supone la maternidad por primera vez.
A ti, que titubeas aún cuando pronuncias su nombre porque aún no te crees que esa cosa bonita te llene tanto cada segundo de tu vida.
A ti, a la que el mundo le ha dado un giro de 180° de repente, porque sí y para siempre.
A ti, la que ya nunca más pensará en singular, ni siquiera para idear sus planes en solitario.
A ti...
Déjame que te pida que creas en ti. En tu capacidad de ser madre. En tu amor infinito que lo hará todo más fácil aun cuando ya no se pueda más.
Deja que te recuerde que nadie lo hará mejor que tú con esa criatura que tanto tiempo ha estado en ti, porque nadie mejor que tú la ha vivido y la conoce de esa manera tan privada.
Deja que te diga que, aun incluso cuando pidas mi opinión, debes guiarte por tu instinto, por lo que te pide el cuerpo, por tu saber hacer.
No permitas que nadie jamás te haga sentir incapaz. No permitas que nadie nunca te haga creer que no sabes o puedes.
Olvida las opiniones, los consejos y las sugerencias, incluso las mías, sobre todo las mías.
Y dedícate a hacer lo que mejor sabes: AMAR. Ésa es la única clave: el amor incondicional y desinteresado. El de verdad.
Con M de Madre