Que nadie se llame a engaño. Trump no está haciendo nada que no hubiese anunciado previamente que iba a hacer, a bombo, platillo e histrionismo. En ese sentido cabe afirmar que está siendo dolorosamente coherente. Su hoja de ruta es impecablemente demencial. A pesar de todo el show pre electoral que montó, o quizás por eso, consiguió ganar las elecciones. A pesar de sus disparatadas promesas. Y gracias a su dinero, claro está. Ojalá todos los políticos que nos vendieron progreso y bienestar hubiesen demostrado la misma firmeza y voluntad en la ejecución de su programa. Hillary Clinton hizo una campaña pasiva, o pasota. Se confió y no movilizó. Ni imaginó que el despropósito tuviese tanto recorrido. Ningún sensato lo imaginó.
Pero la victoria de Trump tiene un aspecto positivo: La protesta multitudinaria, la rebelión. Algo que hacía falta desde tiempos inmemoriales. Desde el minuto cero su presidencia fue rechazada en cientos de calles por cientos de colectivos diferentes. De pronto, más de dos millones de mujeres en Estados Unidos marcharon contra Donald Trump. Cuatro millones de ovarios. Ahora son los científicos estadounidenses quienes anuncian una movilización que apunta a convertirse en planetaria. Les recortan el presupuesto y les prohíben postear en las redes sociales, aparte de reírse de sus hallazgos y del cambio climático. Años de esfuerzo a la basura. Muchos atropellos, muchos frentes abiertos. El loco de la torre y el cabello de oro se cree indestructible y ha emprendido una extraña cruzada: él contra todos. No puede ganar. Hasta el desprecio tiene un límite. Era necesario un revulsivo de esta naturaleza y era necesario que el escenario fuera la nación locomotora. Para iniciar un efecto llamada que marque un antes y un después en el empoderamiento ciudadano. Casi me alegro del pisotón, lo soporto con entereza porque estoy convencido de que cuando le hagamos levantar el pie, el alivio no va a tener precio. No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate lo que tú puedes hacer (contra Trump) por tu país. O el mundo se irá al carajo.