Después de poco más de un mes confinados en casa con los niños todos ya hemos entendido de la importancia de lavarnos mucho las manos, de mantener la distancia con los demás, de las mascarillas, de minimizar las salidas a la compra y de cruzar los dedos para que el Covid-19 no entre en nuestra vidas de forma directa.
Hemos visto como nuestros hijos han sido los grandes olvidados de toda esta pandemia. De cómo aún llevando más de un mes confinados en casa continúan tratándoles como la “peste”. Nos cuesta entender que se pueda sacar a los perros y no se permita sacar ni que sea 5 minutos a los niños a dar una vuelta a la manzana. Sobretodo en los pueblos, dónde yo vivo, con el bosque a tocar de las casas y amplios espacios al aire libre donde poder mantener sin ningún tipo de peligro el metro y medio de distancia.
Las madres y padres somos responsables, y por supuesto, lo primero es la salud de nuetros hijos. Por eso no entendemos cómo se les aisla del coronavirus, pero no se les aisla de la ansiedad, de la depresión y de otras patologías psicológicas que aunque no nos lo parezca ahora a simple vista, estoy segura que les empieza a hacer mella. A caso alguien duda que todo ésto ¿no les está afectando?, ó que si nos permiten sacarlos un rato, ¿no tomaremos las medidas necesarias y los expondremos al peligro del contagio de forma irresponsable? o a caso, la gente se piensa que todavía, estando confinados y sin contacto alguno con nadie más que sus padres, siguen siendo la “peste”, ¿los grandes transmisores de la enfermedad? Dicen que procuran por ellos, pero sus padres salen cada día trabajar y vuelven a casa sin saber si ese día regresan a casa con la enfermedad adherida a la tela de su vestimenta. Me parece a mí que ahora mismo no son ellos los “contagiosos” sinó nosotros, los adultos.
¡Lo llevan como unos campeones! -dice la gente y los medios de comunicación. ¡Qué remedio! A caso, ¿les queda otra? tú y yo salimos a tirar la basura, a comprar, a trabajar… sólo aquellos que llevan más de un mes estrictamente confinados como ellos pueden ponerse en la suela de sus zapatos.
También nos cuesta entender cómo se intenta mantener un curso escolar, cogido por pinzas, pasando la docencia a las familias o sacrificando el aprendizaje de las nuevas materias de este tercer trimestre, por no tener el coraje de suspender ya el curso y, por ejemplo, empezar el próximo antes, el 1 de septiembre e incluso antes, para dedicar los primeros días a un repaso del curso anterior. Y que no me vengan con la excusa del calor, ¿o es que no pasan calor en los casales de verano? ¿o en las casas que no disponen de aire condicionado?. Que no nos engañen. No es cuestión de calor, sinó de a qué quiere el Gobierno destinar el dinero que le quede. Y como siempre, me temo que la Educación continuará sin ser una de sus prioridades.
¿Y qué me decís de nosotr@s? Las madres y los padres. Madres/padres, trabajadores, tareas de la casa y ahora, encima…profesores. Y todo ello teniendo que trabajar con medidas excepcionales o des de casa y junto el estrés y la ansiedad de no poder llevar una vida normal. A eso súmale que no te cuadren los números en tu negocio, o en tu casa.
Me da la sensación que esta crisi se está gestionando a salto de mata. Y esta gestión la estamos pagando todos, con nuestras vidas y nuestra salud.
Y ¿no creéis que ya va siendo hora que permitan a los niñ@s salir un poco al exterior? ¿traspasar esa barrera de la puerta de entrada de casa? una medida que lo permitiera no obligaría a todas las familias a sacar a sus hijos, pero sí permitiría que aquellas que vean que podrían hacerlo de forma segura tuviesen la oportunidad de hacerlo. Cada familia sería libre de elegir.
El Covid-19 ha llegado a nuestras vidas para quedarse, por lo menos hasta que salga la tan esperada vacuna. Entonces, dejaremos encerrados a nuestros hijos durante meses dentro de una burbuja, o ¿les enseñaremos a tomar las medidas necesarias para no contagiarse y les empezaremos a dar la oportunidad de adaptarse a esta situación excepcional como los estamos haciendo nosotros, al ir a trabajar o a comprar?
Tenemos un “bichito” ahí a fuera que nos ha metido dentro de una película de ciencia ficción. O nos tomamos la pastillita roja de Matrix y cogemos el toro por los cuernos adaptándonos a él para poder llevar nuestras vidas lo mejor posible dentro de una nueva normalidad o vayámonos preparando a “no vivir” en muchas más ocasiones, porque seguro que este no será ni el primer ni el último “bichito” que nos llegue.