Revista Cultura y Ocio
Hubo un tiempo en que un emperador romano quiso prohibir el amor. Claudio II, "El Gótico", lo prohibió a sus soldados pues pensaba que resultaba incompatible con la carrera de las armas; así pues, estaba vedado a los soldados el casarse. Según cuenta la leyenda un médico-sacerdote romano, llamado Valentín, se atrevió a contravenir la orden y se dedicó a casar a los jóvenes soldados a escondidas. Terminó pagando su osadía con la vida. Justamente fue decapitado el día 14 de febrero del año 270 DC tras sufrir una severa paliza y ser apedreado. Este santo legendario fue retirado del calendario ante la sospecha de que su historia obedeciera, en realidad, a una leyenda que adaptara el origen pagano de arraigadas fiestas ancestrales celebradas en estas fechas desde la remota antigüedad: están documentadas estas celebraciones en la antigua Sumeria hace más de 5000 años, las fiestas en honor a Apis, en Egipto; las bacanales bajo el auspicio del dios Baco, en Roma; o las famosas lupercalias romanas. Estas tradiciones milenarias estaban tan firmemente enraizadas en la cultura popular que la Iglesia Cristiana solo pudo contemporizar con ellas asimilándolas a sus propios ritos y relajando la observancia de las normas religiosas so pena de rebelión irreprimible de sus fieles.
Hechos asombrosos concurren en esta fecha: se cuenta que en este día florecen los almendros y los pájaros empiezan su rito de apareamiento. Desde hace muchos siglos (está documentado desde antes del año 1400) los amantes se intercambian tarjetas con mensajes emotivos y cariñosos. En muchos países europeos existen costumbres curiosas para este día: en Italia algunas mujeres solteras se levantan antes de amanecer en el día de San Valentín y se ponen frente a la ventana esperando a que un hombre pase; piensan que el primer hombre que vean se casará con ellas. En Dinamarca la gente envía a sus amistades flores blancas prensadas llamadas “gotas de nieve”. Los niños ingleses cantan canciones especiales para la ocasión y reciben regalos. En el francés normando la palabra “galantine” suena como “valentín” y significa: gallardo o amante...
Este santo tan popular, adoptado con entusiasmo por todos los amantes corazones, ha tenido que multiplicarse en la historia para poder satisfacer tanta fidelidad. Existen Valentines en muchos lugares: el citado médico romano de la época de Claudio II en Roma, el Obispo de la ciudad italiana de Termi en el s. XII, un obispo enterrado en Mais, en el Tirol italiano; un San Valentín en Hamme, Bélgica, fue extraído también de las catacumbas de Vía Flaminia y donado por Gregorio XV; hay otro, cuyo cuerpo se conserva en Baga, Asturias y la cabeza de ese mismo en Toro; uno más en Annency además del de Socuéllamos, en Albacete, que fue extraído del cementerio de San Calixto... Por otro lado, el segundo Domingo de Pascua, los jesuitas de Gante veneran a un San Valentín extraído de las catacumbas de San Ciriaco. En Volsberg, Austria, se expone un hueso del santo y la cabeza de otro se venera en Gemmeti, Francia. A estos hay que añadir el que se expone en la iglesia de san Antón, de Madrid (PP. Escolapios) en la calle Hortaleza, que tienen un corposanto con los huesos de otro San Valentín. La lista no se acaba ahí; a estos hay que añadir que el martirologio pseudo-jeroniminiano menciona aparte de estos San Valentines, a otro más, también celebrado el 14 de febrero: “en África, San Valentín y 24 soldados, mártires”, de los que nada se sabe...
Por si fueran pocos, además de todos estos valentines citados, tenemos uno en Molina de Aragón (Guadalajara) ¡Y con todos sus papeles en regla!. Lo encontré en el oscuro rincón de una de sus iglesias durante una visita a la localidad. Ante su urna de cristal se amontonaban cientos de valentines portadores de votos y promesas de amor. Delante de la caja acristalada de las reliquias, no podía creer que se tratara de un auténtico San Valentín ("será una copia", -pensé-), pero, tras documentarme, me sorprendí al encontrar información muy concreta sobre estos restos. El cuerpo fue examinado por un comité encargado al efecto el día 13 de julio de 1850 y se certifica (hasta donde era posible certificar algo) la autenticidad de la reliquia.
Lo cuentan Ángel Ruiz Clavo y Santiago Azpicueta Ruiz en su obra Reseña histórica del cuerpo de San Valentín Mártir donado por la marquesa de Villel a Molina de Aragón, editado en 2011:
"... El hecho, que se describe paso a paso, comenzó el día 29 de octubre de 1849, cuando don Juan Antonio de Fillaver y Taberner, VII marqués de Villel, comunica al cabildo de curas y beneficiados de Molina, la noticia de que su madre había legado a dicha corporación el cuerpo de san Valentín, y que lo pondría a su disposición en Valencia o en Zaragoza -preferentemente en esta última ciudad-, noticia que los molineses acogen con el natural agradecimiento hacia sus benefactores...
...A primeros de enero de 1850 se recibe en Molina una copia de la Auténtica, además de otras noticias llegadas directamente de Roma. El marqués propone al cabildo, y éste acepta, el mes de abril próximo como fecha para el traslado del cuerpo a Molina, en cuya parroquia de Santa María del Conde debía ser depositado...
... Se establece la diferencia entre los diversos “san Valentines” existentes, siendo el que se trata en el libro, conservado en Molina, el “Valentín adolescens o el joven”, ya que debía contar de 17 a 30 años en el momento de su martirio...
Reconforta tener un San Valentín tan cerca de casa. Notario de promesas de amor, de emotivos valentines, tan falsos quizás como las reliquias multiplicadas y, en todo caso efímeros como los cuerpos mortales aunque santificados; nuestro santo particular velará por los afectos hostigados por el paso del tiempo. Y, sin embargo, me rindo a impulsos ancestrales y deposito un breve mensaje de amor: sobre una humilde hoja arrancada de mi libreta, dibujo un tosco corazón y escribo unas palabras de amor dedicadas a quién yo más quiero.