Artículo publicado por Ángel Pérez:
En las últimas semanas he tenido oportunidad de leer en la red algún artículo de un escribiente que se hace llamar Marat.
Me resultó curioso desde el principio esa forma de expresión que quiere emular el estilo de algún clásico de la literatura revolucionaria del XIX. Pretende ser claro, mordaz y, por supuesto, insobornable. Lo cierto es que lo consigue. La ventaja de ser anónimo permite una valentía a la medida que demande la situación. Y presupone que la realidad desnuda del sujeto pierde mucho.
La interminable perorata de lugares comunes y frases de plantilla, que extrae continuamente de esa forma tan “ilustrada” que comienza siempre por “como escribió Fulanito” o “dijo Menganito”, demuestra una erudición y dominio de Wikipedia ciertamente descomunal, aterrizando siempre en el mundo de los vacíos políticos más desoladores.
Vaya por delante que valoro el esfuerzo de este nuevo Marat, por apilar citas y hechos de otros. Supongo que la aversión que me demuestra, le impedirá darme la satisfacción de poder conocer algún pensamiento, propuesta, hecho o intención de hacer algo por su propia iniciativa. Esto es ¿Qué piensa Usted? ¿Qué dice Usted?. ¿Qué hace Usted?.
Para dar base a sus calumnias, llama a dos personas sin su permiso. Uno el Sr. Medem, de su mismo estilo y por ello me permito obviarle. Con uno sobra. El otro, el Sr. Escudier, buen periodista y del que puedo decir que lo escrito por él en su libro y que usted cita, no es ni más ni menos que lo que yo mismo le conté en una conocida taberna tras el Congreso de los Diputados. Decir que su texto es una denuncia, informa realmente del nivel de las entendederas del lector, o sea, usted. Es lo que tienen los pusilánimes. Incapaz de ser usted mismo, pone a otro que haga la denuncia falsa. ¡Sr. Marat, por Dios!.
Tengo claro que alguna vez militó (o estuvo), en los ámbitos políticos en los que yo llevo 46 años, y tengo claro también que es de los que quieren gobernarnos desde fuera porque no pudieron hacerlo desde dentro. Forma parte de un selecto grupo de personas que nunca ganaron con argumentos una confrontación política y prefieren culpabilizar a los demás para no enfrentarse a su propia incapacidad.
En política y en los casinos, se defiende lo que se dice con la cara descubierta y se apoya o acusa con datos y pruebas que puedan ser contrastadas.
Marat (el de verdad), no hubiera participado en el motín de Esquilache para guardar su identidad en los malolientes y peligrosos callejones de Madrid. No Sr. Marat, es usted un falsario.
Quién pontifica y define y coloca a derecha e izquierda, juzga, condena e insulta a los demás no puede pretender aparecer como una aportación inteligente usando recursos de bellaco.Yo me llamo Ángel, Pérez de primero y Martínez de segundo. Cuando digo algo lo defiendo y mantengo, si procede. Admito moverme en las contradicciones de mi vida y mi tiempo y por eso nunca cuadro el círculo ni lo intento. Usted, sí puede, porque todo su discurso importado prescinde de la realidad.
Es intemporal, vale para aquí y allá, en el siglo XIX y en el XXII.
Deje usted de arruinar la memoria de honestos pensadores y activistas con sus interpretaciones revoltosas de teclado y dormitorio. Bríndenos una sola idea en estos tiempos de derrotas ideológicas, políticas y sufrimiento social. Trabajadores, por cientos de miles, necesitan soluciones y vías para alcanzarlas y usted, los tiene huerfanitos, dedicado al onanismo pseudo-teórico y escondido bajo su cama.
Le quiero aclarar que si escribo esto, no es por su persona que a mis efectos no es, sino porque creo que sus escritos sólo conducen a la melancolía. Como tantos de los que usted critica, se disfraza de auténtico y lanza palabras y más palabras, sin una sola idea que sirva para algo en algún sitio en cualquier momento.
Yo también tengo un amigo intelectual, se llama Manolo y dice que “no hay cosa más risible y paradójica que un pollino con carrera”.
Y no tengo más tiempo para su súper héroe. Ni ahora, ni más adelante.Suyo.
Ángel Pérez Martínez.