A veces son más vivas las cosas simples
que aquellas que con comparsa proclaman,
la caricia en la mejilla, una mirada sonriente
son mejores que discursos de amor eterno,
que no siempre se entregan por sentimiento
sirven, más bien, para envanecer a un ego.
A veces también los sentidos amalgaman
pasiones que no sobreviven un nuevo día,
los rastros desvanecidos entre los pliegues
de las sábanas que abrigaron su idolatría,
atestiguan la vaga esencia de que fueron
sólo un destello de deseo que se consume.
A veces y sólo a veces un amor llega a nacido
y su infancia amenazada empieza su derrotero.
A veces y con suerte, alcanzará a ser maduro
y tal vez y sólo a veces engendrará poesía.
A veces vale la pena contemplar la sinfonía
de un amor correspondido lanzándose a la vida.