Hay veces que puedes ver los sueños. Así, en distancias cortas, como ves la pared o los dedos desplazándose sobre el teclado, o esta pantalla que tienes delante. Sueños vistos en movimientos de manos nerviosas, como en las primeras caricias, cuando el cuerpo del otro es tocar un sueño. Sueños en miradas brillantes, como delante de finales de camino, como llegando a oasis en mitad de desiertos, como delante de la sonrisa de un niño. Sueños de gente que quiere cambiar el mundo.
Como los sueños, lo de cambiar el mundo no es fácil. El mundo, en realidad, se compone de miles de millones de mundos, cada uno definido por un individuo y sus circunstancias, sus afanes, sus deseos y… sus sueños. Cuando hablamos de “El mundo”, así, en general, nos referimos realmente a cambiar la relación que en general esos miles de millones mantienen entre si, de manera que sea lo más justa posible. Si ya cumplir nuestros sueños más cercanos es complicado, multiplicar eso por las relaciones que mantenemos entre nosotros a los diferentes niveles que lo hacemos -familia, amigos, vecinos, calles, barrios, ciudades, países…- es tanto más complicado cuanto vamos añadiendo posturas individuales a modificar para realizar ese cambio. Pero nadie ha dicho que tenga que ser fácil.
Y la otra tarde, hablando de sueños, de cambiar el mundo, de modificar posturas, fue una de esas veces en las que los sueños de las personas pueden verse. Se presentaba en Utopic_us (del local tengo que hacer un post, un día de estos, se lo merece) la Tasa Robin Hood. ¿Y que es la Tasa del Arquero de Sherwood? Copio y pego de la página de facebook de la iniciativa (por cierto, a ver esos “me gusta”)
La Tasa Robin Hood es un impuesto a las transacciones financieras internacionales. Una pequeña tasa que puede recaudar millones de euros para luchar contra la pobreza y el cambio climático, aquí y en todo el mundo.
El 80% de las transacciones financieras internacionales son esencialmente especulativas y suponen un riesgo para la estabilidad económica mundial. Un impuesto de tan sólo el 0,05% sobre esas transacciones permitiría recaudar unos 300.000 millones de euros al año.
Precioso ¿no? Lo parece, lo es. Si, es un sueño. Es jodido, difícil, problemático. Es como los buenos sueños, coño. Es como salvar a la princesa, rescatar al amigo del malo, ganar el Gran Premio, saltar a jugar al Bernabeú. Ese fue el sueño que ví reflejado en los ojos de la gente que andaba por allí. Un sueño grande y rollizo, como el niño de Up. Un sueño que tienen Save The Children, Intermon Oxfam, Ayuda en Acción. Un sueño de los de “Ojalá”. Y un sueño posible. Un sueño posible si lo soñamos juntos, si lo gritamos juntos, si lo vivimos juntos. ¿Dificil? Claro, es un sueño, amigo. Tienen que costar, costar tu esfuerzo de contarlo a otras personas, de luchar por ello, de creer en que todo no es decir que todo va mal. Hay puertas en los muros. Y si no las hay se buscan; y si no se encuentran, se fabrican; y si no se fabrican, te espero al pie y te pongo las manos para que puedas saltar al otro lado. Tenias que haber estado allí. Tenias que haber visto el sueño remoloneando en las mentes de la gente, en sus manos, jugando a veces a veces en los bolsillos, en las puntas de los dedos recorriendo pantallas de cristal para contarlo. ¿He dicho pantallas de cristal? Eso, alguna vez, fue un sueño.
No soy economista ni político. Pero los hay que apoyan la idea y esgrimen lo que parecen razones suficientes para que sea viable y satisfactoria. Un buen punto de partida puede ser este post de @Ferendus en el blog de @AnaAldea. Luego, pregunta, infórmate, investiga. Y si quieres, sueña. ¿Nunca quisiste ser Robin Hood?
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