A veces, sólo a veces...

Lo leas como lo leas... Se ceba, a veces.
A veces el mundo se ceba y gira al revés de como deberías leer la realidad.
A veces me siento y contemplo de pie ese universo que me rodea de piedra de afilar.
A veces los mirlos ofrecen un canto; pico naranja, negro desencanto. Versos que calman el hambre. Las ganas de saltar.
A veces miro a los árboles, a los campos, a la naturaleza verde y me siento completo de verdad.
A veces necesito de tus palabras, de tu voz o de tus gestos, o de tu manera de contestar.
A veces te echo de menos.
A veces, sin pensar.
A veces pienso que todo cambia muy deprisa, menos mi manera de procesar [los cambios].
A veces pienso que todo merece la pena si se consigue una sonrisa de alguien cercano que exhibía injustamente un malestar.
A veces pienso que ningún fin justifica los medios.
A veces pienso que los extremos no se tocan, si acaso se insultan, se marginan, se anulan o se pegan; en nombre del progreso, de sus raíces, de proyectos políticos, de economía, religión o adversidad. Palabras huecas y hechos que maltratan a toda la humanidad.
A veces pienso que ya no hay tantas cosas, algunas desaparecen sin remedio... y otras son una condena, cada día, tener que soportar.
A veces pienso que no es bueno pensar...
A veces siento que mi pensamiento, divaga sin cesar...
A veces soy el vivo, otras el muerto; pero mi pensamiento ahí está.
A veces soy monte, a veces soy agua, a veces soy un águila que vuela sin descansar.
A veces me indigno, a veces me tolero. A veces sólo huelo infierno, en el centro de esta sociedad.
A veces son los peces los que me dan oxígeno para poder respirar.
A veces soy el desierto por el que los granos de arena se mueven de acá para allá.
A veces soy el sarmiento del que el vino saldrá.
A veces soy uva pasa, que sin líquido no sabe hacer ná.
A veces soy el compás que marca el ritmo de las estrellas en el cielo nocturno que nos sobrevuela, paracaídas de una música que no suena en silencio, sino en ruído lejano de galaxia que no llega.
A veces soy un grano de trigo, a veces un salvado de centeno. A veces un presidiario que busca la libertad.
A veces, a voces. Surgen pequeños lamentos que tratan de avisarnos de que el mundo irradia una contagiosa rabia, latiendo con fuerza una vez más.
A veces son los pequeños los que nos purgan de los temores que nos ofrecerá el más allá.
A veces, sólo a veces se cumple aquello de que un segundo es toda una eternidad.
Chema García