Si la amabilidad del director de La Opinión de Zamora permitió la publicación de mis opiniones antes de las recientes elecciones catalanas, a la distancia de una semana después es posible que la visión desde aquí de los resultados pueda también interesar. No ha sido así, pero éste era el texto:
"Al fin y al cabo los opinadores tanto de Barcelona como de Madrid, todos coinciden en que la situación en Cataluña es crucial para la evolución y el futuro del reino de España, aunque y evidentemente, sea por motivaciones y conceptos distintos.
Las elecciones tienen más de una lectura y, aunque más comprometido profesionalmente con los análisis cualitativos que los cuantitativos, no queda más remedio que contar los números por lo que tienen de incontestables.
El primero y, en cualquier caso crucial, es el de la participación, del 70% del censo electoral en unas elecciones autonómicas. Tradicionalmente, y aunque eso de hablar de “tradiciones” en un ejercicio de democracia que apenas tiene 30 años pueda resultar exagerado, en Cataluña la gente participa en las elecciones, como en todas partes, dependiendo de lo que crean que les afecta en sus vidas. Así, votan más a las elecciones estatales, menos en las municipales, algo menos en las autonómicas y bastante menos en la europeas. No es más que un reconocimiento de dónde reside el poder. Pues una participación tan alta permite aceptar que los resultados van a estar muy cerca de representar la realidad.
En segundo lugar, y ligado precisamente a esa alta participación queda la considerable dispersión de la distribución de los votos. En el parlamento catalán habrá siete representaciones de las preferencias de los ciudadanos, muy lejos de cualquier bipartidismo divisorio. Pero que sí permite reconocer quienes de ellos han incluido el derecho a decidir el futuro mediante cambio en la relación con el estado en sus programas electorales: 5 de 7. La consulta sobre la soberanía ha sido el factor decisivo para la convocatoria de estas elecciones anticipadas. Lo que ha sucedido es que, lejos de mesianismos por un lado o amenazas apocalípticas por otro, los catalanes han decidido que el camino hacia esa decisión no depende de un líder, ni de uno sólo, ni que vaya a ser algo inmediato. De ahí ha salido el término de “transversalidad” para interpretar el sentimiento independentista.
Conviene recordar que el movimiento llamado “soberanista”, es decir, claramente a favor de la independencia de Cataluña, se ha originado en ámbitos civiles si no ajenos, si por debajo de los partidos políticos. Son los convocantes de la macromanifestación del 11 de septiembre que determinó la convocatoria electoral. Sus cuentas aceptan que los votos detrás de esa idea son más de dos millones de los casi 3,5 millones que han votado. Pero si se miran los resultados en los casi mil municipios de Cataluña, en 905 se registra una mayoría soberanista.
Con ello queremos entender que estas elecciones han sido clarificadoras para saber dónde está cada uno de los partidos políticos y cómo se distribuye la voluntad popular. Y que con ellas se inicia una legislatura de cuatro años teóricos en la que se desarrollarán las ideas que subyacen en la situación política catalana y, de rebote, la del reino de España.
Xavier Alluélunes, 3 de diciembre de 2012"
O sea que para saber quien gana y quien pierde en unas elecciones hay que espera algo de tiempo.
Luego ha venido el lio de la Ley de Educación, los desplantes del ministro Wert, la conspiración de la FAES y vete a saber cuanto más. Y valoraciones como la Eduard Punset