Un mes. Hace un mes que Guisantito ya no da pataditas dentro de mi barriga. Un mes desde que mi barriga dejó de taparme los pies. Un mes desde que dejé de imaginar cómo sería mi pequeño. En este tiempo la falta de sueño, la ciática, las tiritonas y otros efectos secundarios no han logrado impedir que me enamore locamente de mi precioso niño. A pesar de todos los pesares acontecidos tener a Álvaro en brazos vale todas las noches en vela (especialmente al poder sacarlo de mí en el último empujón).