Viñeta de Forges
En la página de presentación del blog, a la derecha de sus pantallas, hay una barra vertical en la que tras una brevísima explicación sobre la foto que encabeza la portada del mismo, se hace una reseña, también breve sobre el autor en la que él mismo se reconoce como heredero del pensamiento de la Ilustración, monárquico y socialdemócrata, añadiendo a continuación que entiende la política como ejercicio virtuoso de la cosa pública, el federalismo como el marco idóneo en el que desenvolver el autogobierno de los pueblos y los Estados y la democracia como procedimiento y fin en sí misma. No creo necesario justificar esa declaración, pero si me gustaría explicar porque me declaro socialdemócrata en un momento, todo hay que reconocerlo, en que la socialdemocracia no levanta cabeza en el mundo, ni siquiera en este Occidente que la inventó.
Hace unos días, en la entrada titulada "¿Son incompatibles mayor libertad y mejor democracia?", recordaba una frase pronunciada por el que fuera secretario general del partido socialista y presidente del gobierno de España, Felipe González, en la que decía que él era socialista porque era demócrata, y demócrata a fuer de liberal. Algo que suscribo totalmente.
Si uno pone la palabra "socialdemocracia" en el buscador de Google en español saldrán reflejados unos 623.000 enlaces. A falta de otra definición más académica, creo que podemos quedarnos con la que da la Wikipedia, que no es muy extensa. En ella podemos leer que la socialdemocracia es una ideología política cuyo objetivo es el establecimiento del socialismo democrático a través de métodos reformistas y gradualistas, que procura un Estado de bienestar universal dentro del marco de una economía capitalista, y que se diferencia de otras concepciones del socialismo por la manera que interpreta el significado e implicaciones de ese término, especialmente en materias políticas.Las palabras claves, a mi juicio, son reformismo, gradualismo y capitalismo. Muchos ismos son esos pensarán algunos, pero es que eso es así, y lo demás son utopías que no llevan a ningún lado por mucha voluntad que uno quiera ponerle. La otra clave del pensamiento socialdemócrata, que parece olvidada por la mayoría de sus dirigentes, es la prevalencia de la política sobre la economía. Me ha resultado enormemente curioso encontrar en el libro que estoy leyendo ahora mismo y que ya he citado en entradas recientes: "La sociedad abierta y sus enemigos" (Paidós, Barcelona, 2010), del sociólogo británico de origen austríaco Karl R. Popper (1902-1994), un párrafo esclarecedor al respecto (página 341), que dice así: "El poder político es fundamental y puede controlar al poder económico. Esto representa una inmensa ampliación del campo de las actividades políticas. Podemos preguntarnos qué deseamos lograr y como lograrlo; podemos, por ejemplo, desarrollar un programa político racional para la protección de los económicamente débiles; podemos sancionar leyes para restringir la explotación; podemos limitar la jornada de trabajo; y si bien todo esto no es despreciable, todavía podemos hacer mucho más. Mediante las leyes, podemos asegurar a los trabajadores (o mejor aun, a todos los ciudadanos) contra la incapacidad, la desocupación y la vejez. De esta manera, haremos imposibles aquellas formas de explotación basadas en la desvalida posición económica de un trabajador que debe aceptar cualquier cosa para no morirse de hambre. Y cuando podamos garantizar por ley un nivel de vida digno a todos aquellos que estén dispuestos a trabajar -y no hay ninguna razón para que esto no se logre- entonces la protección de la libertad del ciudadano contra el temor y la intimidación económicos será casi perfecta. Desde este punto de vista, el poder político constituye la llave de la protección económica. El poder político y su control lo es todo. No debemos permitir que el poder económico domine al político; y si es necesario, deberá combatírsele hasta ponerlo bajo el control del poder político".Escrito en 1943, en plena II Guerra Mundial, y publicado por vez primera en 1945, "La sociedad abierta y sus enemigos" es, como dijera de ella el filósofo Bertrand Russell, "una obra de primerísima importancia que debe ser leída por su magistral crítica de los enemigos de la democracia, antiguos y modernos". Quizá convendría que la releyeran algunos dirigentes socialdemócratas europeos de hoy. Y que pusieran en práctica sus enseñanzas. Entre ellas, que la política nunca puede estar supeditada a los intereses económicos, de nadie, por poderosos que se crean.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada 2407[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)Todo poder corrompe y el poder absoluto, de forma absoluta (Lord Acton)