Tal vez no sepan, todavía, los efectos económicos y sociales de estas políticas aislacionistas y amenazantes, señala. En la mente amurallada de Trump no entra la comprensión de lo que es una empresa global y Estados Unidos tiene las principales empresas globales del mundo. Son empresas que producen en el mundo, buscando economizar costes y buscando talento allá donde lo encuentran. Son empresas que venden en el mundo y prefieren un comercio abierto. Claro que la obligación de la política es limitar los abusos con marcos regulatorios razonables, pero no cerrar las fronteras y provocar guerras comerciales.Como no es posible ser una potencia global sin empresas globales, en la era Trump Estados Unidos iniciará su decadencia como “primera potencia”, afirma rotundo. No puede esperar que sus empresas produzcan en EE UU, que los americanos consuman lo que allí se produce y que los demás países sigan consumiendo lo que venden sus empresas globales.¿Cómo va a combinar política de aranceles altos y desplazamientos de producción mucho más costosos a Estados Unidos sin encarecer los precios para el consumidor americano y empobrecerlo en la práctica? ¿Cómo bajará los impuestos y aumentará el gasto (infraestructuras y defensa) sin desequilibrar las cuentas públicas?, se pregunta. Seguramente pensará que él mismo puede servir de ejemplo evadiendo impuestos. Claro que eliminará gastos sociales (en salud y en otros rubros), rompiendo todos los resortes de la cohesión social.La democracia no garantiza el buen gobierno, concluye diciendo, pero nos permite cambiar al que lo hace mal. Por eso, a la larga, es siempre mejor. ¡Mantengamos la esperanza!
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)