Madrid, 14 de abril de 1931: Proclamación de la República
Mitificar y mistificar no son términos sinónimos. Como ocurre con otras muchas palabras españolas ortográficamente son muy similares. En este caso, solo una consonante, una "ese" de su primera sílaba, las diferencia. Pero semántica y etimológicamente son muy diferentes. La primera, según el Diccionario de la lengua española (edición de 2014) significa rodear de extraordinaria estima determinadas teorías, personas o sucesos; la segunda, de acuerdo con el mismo Diccionario, significa falsear, falsificar o deformar.
Hace unos días, a cuenta de la tan traída y llevada "memoria histórica" -algo que casi todos mitifican y mistifican al mismo tiempo sin tener una idea clara de lo que significa- escribí en las redes sociales unas palabras de las que, a conejo ido, que dice el refrán, me arrepiento. Lo que vine a decir fue, más o menos, y en relación con las reiteradas controversias a cuenta de la Ley de Memoria Histórica, que los políticos deberían retirar sus "sucias manos" de ella y dejar hacer su trabajo a los historiadores. Me avergüenzo de lo de "sucias manos". No porque no se lo merezcan los políticos -que se lo merecen sin ambages-, sino porque es un exabrupto que no venía a cuento, y que además escribía en la página de un buen amigo que con toda seguridad, él, sí que no se lo merecía. Le pido perdón por ello.
Juan Francisco Fuentes, historiador y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, escribía hace unos días en el último número de Revista de Libros un emotivo y documentado artículo, titulado "Transición, democracia y nihilismo", reseñando el último libro del controvertido y provocador historiador Gregorio Morán, El precio de la Transición, publicado por Akal el pasado año.
En su reseña, de cuya lectura no les voy a hacer excusa porque se merece que la hagan ustedes por sí mismos, el profesor Fuentes pasa revista a las mitificaciones y mistificaciones que se formulan a diario sobre la Transición, sin duda, mitificada, y sobre la República, sin duda también, mitificada y mistificada a partes iguales.
Todos los españoles vivos nacidos tal día como hoy de 1931, que son muchos, pero menos de los que nos gustaría a bastantes de nosotros, que los hemos perdido para siempre, cumplen hoy 85 años. Nacieron bajo los estertores de la monarquía de la Restauración y diez días antes de la proclamación de la II República. Para cuando alcanzaron la edad mental suficiente para comenzar a comprender lo que había pasado, es decir, más o menos, con diez años, habían vivido bajo dos regímenes políticos distintos, sufrido una sangrienta guerra civil, y llevaban dos años soportando una dictadura que se prolongaría treinta y cuatro años más.
Por favor, dejen de mitificar y mistificar la Historia, dejen hacer su trabajo a los historiadores, y dejémonos de arrojarnos la memoria histórica unos a otros porque casi todos, en ese asunto, hablamos de oídas.
Madrid, 22 de noviembre de 1975. Se inicia la Transición
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
Entrada núm. 2671[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)