Caricatura de Mariano Rajoy
¿Sabían ustedes que también se escribe en francés la fórmula mediante la cual los reyes de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sancionan y promulgan las leyes: La Reine le veult, la Reina lo quiere? En nuestro país la fórmula de sanción legal es un poco más larga y formal: Yo, Felipe VI, Rey de España, a todos los que la presente vieren y entendieren. Sabed: que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente Ley.
Y tercero, ¿sabían ustedes que el panteón real inglés en el que descansan Enrique II, Ricardo Corazón de León o Leonor de Aquitania, y algunos otros reyes ingleses está en suelo francés; concretamente en la Abadía de Fontevrault, cerca de Chinon, en Anjou?, ¿no?, bueno, pues ya saben otra cosa más.Pero me he ido por las ramas, como siempre, porque lo que yo quería, aprovechando la excusa de la tocata y fuga de nuestro presidente de los debates electorales, era contar la historia del lance que que dio origen a la frase Honi soit qui mal y pense, y con ella al nacimiento de la Orden de la Jarretera, una de las más preciadas condecoraciones de la monarquía británica. Aunque la del Toisón de Oro de la monarquía española la gane por goleada. Dicho sin animus iniuriandi, que conste.Cuenta la leyenda que una noche en que el rey Eduardo III de Inglaterra estaba bailando con la condesa de Salisbury en una gran fiesta de la corte, hacia el año 1344, la dama perdió su jarretera (liga), y aunque nunca se ha sabido si la caída de la liga fue voluntaria o accidental, el rey, apercibido del incidente, acudió presuroso y galante a recogerla y devolvérsela a su propietaria. Fue entonces que Eduardo se dio cuenta de que la gente de su alrededor estaba sonriendo y murmurando, así que, con toda la razón del mundo, parece que exclamó airado en normando-francés: Honi soit qui mal y pense, que en román paladino quiere decir: Que se avergüence quien haya pensado mal, y colocándose la media sobre su propio muslo, añadió que haría la pequeña jarretera azul tan gloriosa que todos querrían poseerla. Y con tal fin creó el rey la Orden de la Jarretera, cuyo símbolo es una jarretera azul oscuro, de borde dorado en la que aparecen las palabras pronunciadas por el rey. Hermosa historia, ¿no les parece?
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
El lema de la Orden de la Jarretera en el castillo de Windsor
Entrada núm. 2533[email protected]"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)