Estos días me encuentro ante un encargo de valoración de una empresa que está cerrando el ejercicio en pérdidas y que no espera recuperar los beneficios hasta 2014. Pero que sus beneficios serán muy menguados y no se recuperarán de verdad hasta al menos 2016 y eso mediante una inversión importante que le permita acceder al mercado norteamericano.
Todo eso en un mercado muy muy competitivo y con su principal mercado pagándole las facturas a plazos superiores a un año.
¿Cuánto vale una empresa así? Muy poco o nada. Porque el valor de una empresa es el resultado del cociente entre sus perspectivas de obtención de beneficios netos distribuibles después de las inversiones y la rentabilidad exigible en función del riesgo y la incertidumbre que debe soportar el inversor comprador. Si el numerador es pequeño y el denominador grande, el valor es bajo.
Al final me planteo valorarla por el valor de liquidación, y basta…