A vueltas con la creatividad o Azúcar con especias. Al gusto

A pesar de ser española, no tengo ni la más mínima afición por lo que comúnmente se ha llamado “la fiesta nacional”. Es más, estoy completamente en contra. Nunca he creído que matar animales (por muy grandes y pavorosos que fueran) pueda considerarse un divertimiento, y menos una fiesta.

De acuerdo, nada que ver con el título del post. Me explicaré: no me gusta que torturen a los toros, pero como uno de ellos, entro al trapo, sin remedio y sin cuernos (¡eso espero!) con la cabeza por delante, en cuanto alguien lo agita delante de mí.

(Pequeño inciso: Para ir ilustrando este post, y amenizar así mis comentarios, incluyo a partir de ahora las imágenes resultantes de mi última sesión de fotografía culinaria. Por cierto, la receta corresponde a un maravilloso azúcar con especias, que podréis utilizar en vuestras galletas navideñas. Se mete todo en una frasco y se espera una semana… ¡Qué os guste! Continúo con mi perorata…)

Hace unos meses (demasiados ya), charlaba con dos fantásticas fotógrafas y amigas, sobre creatividad, técnica y fotografía (¿De qué más se puede hablar?). En un momento dado, una de ellas comentó que en fotografía culinaria quedaba poco por inventar, y que el tándem “mesa rústica – pañito mono”, sin dejar de ser tremendamente bello, estaba más que trillado.

Al minuto, al segundo, al nanosegundo, saltaron en mí todas las alarmas ¿Cuánto tiempo llevaba recurriendo al mismo escenario para mis fotografías culinarias y de still life? ¿Cuántas composiciones hechas sobre la misma base cómoda y previsible? ¿Cuántos millones de imágenes (mías y ajenas) utilizando el mismo atrezzo, los mismos colores o esquemas de color? ¡¡Demasiadas!!

Siempre he pensado que la creatividad se basaba en la capacidad de dar soluciones nuevas a un problema o situación, y parece bastante obvio que recurriendo siempre a la misma fórmula para nuestras composiciones fotográficas no avanzamos en cuanto a nuestras habilidades y mucho menos fomentamos nuestra creatividad.

¡Salgamos de nuestra zona de confort! ¡Busquemos nuevos materiales, esquemas y elementos! No exagero si digo que he hecho cientos y cientos de fotos que han ido directamente al cubo de basura virtual de mi ordenador, o que a veces no respondo a nada ni a nadie cuando me sumerjo en mis propio proceso creativo (caótico, por cierto), pero ¡Qué satisfacción salir fuera de los márgenes que uno mismo, u otros, se impone! ¡Qué sensación de libertad hacer lo que uno quiere sin pensar en resultados que agraden a los demás! Equivocarse y aprender de los errores, o darse una palmadita en la espalda y marcarse un bailecillo cuando nuestros proyectos nos van saliendo bien…

En las fotografías que ilustran este post, he utilizado unas baldosas de pizarra que compré en un vivero. Os recomiendo que visitéis viveros de vuestra zona, donde podréis encontrar materiales inusuales. He intentado huir de las paletas de color que normalmente utilizo (centrándome en los colores naturales de las especias y poco más) y he tratado de disparar desde un ángulo diferente al habitual para mis fotografías de still life (no suelo realizar imágenes con un plano cenital. Los pelos se me meten en los ojos, me caigo hacia delante por mi penosa falta de equilibrio, y tiendo a prescindir de mi amado trípode). Al final del día, sin embargo, me he sentido muy bien.

¡Creatividad, señores, así se llama el juego!